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Son como el puerco, jajaja

Avatar del Roberto Aguilar

Da risa y da ganas de llorar al mismo tiempo ver a un grupo de asambleístas batiéndose por el sentido literal de las palabras cuando son incapaces de articular una frase con otra’.

El problema de Fernando Villavicencio, juzgado y sancionado por un tuit que dirigió a la correísta Patricia Núñez, es que no puso jajaja. “Quedaste como el puerco”, escribió, y le clavaron 31 días de suspensión. Debió decir: “Quedaste como el puerco, jajaja”. Con eso la desarmaba. En el deleznable mundo konitos de emoticones y recursos onomatopéyicos de comunicación que conmueven a analfabetos funcionales como los que integran la mayoría de la Asamblea Nacional (un mundo de literalidad absoluta donde la ironía, la sátira, el sentido figurado y la metáfora simplemente no se entienden), un jajaja bien puesto puede ser el único argumento válido para librarse de la persecución de los más tontos. Con un jajaja al final de la frase, Núñez habría entendido el sentido figurado que la animaba. O no lo habría entendido (seamos francos: Núñez no entiende nada), pero se habría dado cuenta de que se estaba perdiendo un chiste. Y habría cerrado la boca por temor a desentonar. Y a quedar como el puerco, que es como quedó. Jajaja.

El caso es alucinante. Villavicencio le dice a Patricia Núñez que quedó como el puerco por defender la denuncia que su compañero de bancada, Fernando Cedeño, acababa de poner ante la Fiscalía. Una denuncia de supuestos actos de corrupción cometidos por Villavicencio, que terminó yéndose por un caño en menos de lo que parpadea un perico porque estaba construida sobre la base de documentos falsos. Hay que ser borrico: el correísmo lleva casi dos décadas calumniando a sus enemigos a través de sus propios medios, medios como Pichincha Universal, donde cualquier canalla deudor de pensiones alimenticias cumple su papel de incondicional a cambio de la protección debida. Pero de ahí a utilizar esas calumnias como materia prima para una denuncia penal hay un abismo. Abismo que Fernando Cedeño sorteó con credulidad conmovedora. Y Patricia Núñez, ciega, tras él. Quedaron, por supuesto, como el puerco. Jajaja.

Que el resultado de este episodio sea una denuncia contra Villavicencio, por ponerles en su sitio con una expresión popular que es casi un cliché, y no contra los que levantaron falso testimonio en su contra ante la Fiscalía sirviéndose de documentos forjados, es un dato revelador sobre el estado en que se encuentra el debate político en la Asamblea Nacional. Da risa y ganas de llorar al mismo tiempo ver a un grupo de asambleístas (entre quienes se cuenta la insustancial Patricia Núñez) batiéndose por el sentido literal de las palabras, insensibles a los giros y sutilezas de un lenguaje que les resulta completamente ajeno, pues ellos mismos son incapaces de articular correctamente una frase tras otra.

“Mi intervención lo hablé de forma general, en ningún momento he tomado la particularidad en el caso del compareciente. Él, sin duda, al igual como todos, las pruebas de oficio las hemos aprobado aquí, y siempre lo hemos hecho de una manera unánime en lo posible, y por eso, lamento lo que le ha pasado, pero eso ya en término jurídico que se deben develar, y creo que en caso muy particular, lo que he hecho referencia es lo que está pasando actualmente también, y que a propósito por reclamar un derecho, lógicamente, se cometió también ¡otro!”. Así habla, por ejemplo, el correísta Comps Córdova. ¡Pero es que así hablan casi todos! Más aún: ¡así leen lo que otros les escriben! ¿Y son estos los policías del lenguaje? Son ellos quienes deberían ser sancionados por analfabetos. Por borricos. Porque no se puede estar a cargo de la elaboración de las leyes siendo tan incapaces e ignorantes. Seamos coherentes: suspensión para todos.