Roberto Aguilar: Los chicos pro no pierden tiempo

El país esperaba ver comprometido en la resolución de sus problemas urgentes, es de impunidad y venganza
El debate de lo importante tarda en arrancar. El primer proyecto de ley económica urgente del presidente Noboa llegó hace tres días a la Asamblea y, hasta el momento, no consigue despertar ahí el interés de nadie. En los noticieros de TV, en las tertulias radiofónicas, en las redes sociales, economistas de distintas tendencias han comenzado a debatirlo, a criticarlo, a sugerir mejoras. Todos ellos, se entiende, lo han leído. ¿Qué ocurre en la Asamblea con aquellos llamados conocerlo, a reformarlo y aprobarlo o archivarlo? Verdad es que el documento todavía tiene que pasar por un trámite obligatorio antes de llegar al Pleno: ha de ser conocido por el CAL, ha de ser derivado hacia una de las comisiones de lo económico, cabe esperar que la de Régimen, donde se emitirá un informe con recomendaciones. Sin embargo, es sintomático el hecho de que ningún asambleísta, ninguno hasta el momento, haya creído pertinente participar en el debate público que han comenzado a animar los economistas del país. ¿Alguno lo ha leído? Sí: hay en la Asamblea un porcentaje (mínimo, es cierto, insignificante, quizá, pero porcentaje al fin) de personas que leen: al menos leen proyectos de ley y leen informes que son parte de su trabajo, ya que no libros o revistas. ¿Han leído este, el primero de una serie larga de proyectos económicos urgentes que pretende enviar el Ejecutivo?
Y que conste que este era, se supone, el objeto mismo de la alianza que llevó al nebotista Henry Kronfle a la presidencia de la Asamblea y que tiene a Daniel Noboa lanzando cohetes por las bondades de la no confrontación y el mundo konitos de los chicos pro. Aprobar las leyes que beneficien al país, para eso se juntaron. Pues bien: ahí está la primera de esas leyes (o debería serlo) y resulta que, al tercer día de tenerla por delante, nadie ha dicho una palabra. Inseguridad, desempleo, déficit fiscal… La agenda de los temas urgentes es indiscutible y se pasaron días recitándonosla mientras avanzaban en sus acuerdos secretos que debían estar listos, sí o sí, para la instalación de la nueva Asamblea. Han pasado quince días desde entonces y esos temas no han vuelto a mencionarse.
¿Cuál es la agenda legislativa de estas primeras dos semanas? Porque los temas, y en eso estaban todos de acuerdo, eran urgentes. Urgentísimos. ¿Dónde, entonces, en qué comisión, en que bancada se están debatiendo las “leyes que beneficien al país” en materia de inseguridad, desempleo, déficit fiscal? La respuesta pura y simple es que no existe agenda legislativa en el Legislativo. Ninguna en absoluto. De lo que sí se ha hablado en estos días, con pasión, con vehemencia, con aquel sentimiento de urgencia que el país esperaba ver comprometido en la resolución de los problemas que lo aquejan, es de impunidad y venganza. No con esas palabras, por supuesto, esas palabras no corresponden al espíritu del sindicato nacional del buen rollito, aquí se dice fiscalización. Pero de impunidad y venganza se trata, al fin y al cabo. Asegurarse un contralor fiel tratando de tumbar al nuevo; bajarse, de paso, a los consejeros de Participación Ciudadana que no se dejan mandar; decapitar a la fiscal general mientras se recibe por la puerta grande al presidente del Consejo de la Judicatura, procesado por obstrucción de la justicia. Vengarse definitivamente de Guillermo Lasso a como dé lugar. Esa es la única agenda de la Asamblea. Las leyes urgentes ya se aprobarán. O no. ¿A quién le importan?