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Por qué los espías de EE. UU. deben seguir en los titulares

Si una imagen vale más que mil palabras, este esfuerzo está aportando poderosas herramientas contra la campaña de desinformación de Putin

Cuando la directora de Inteligencia Nacional de EE. UU. Avril Haines presentó la evaluación anual de amenazas de la comunidad de inteligencia ante el Comité de Inteligencia del Senado, sus miembros la alabaron por el excelente trabajo previo a la invasión rusa de Ucrania y por «seguir manteniéndonos informados». Gracias a la comunidad de inteligencia estadounidense -y para disgusto del presidente ruso Vladímir Putin- los senadores estadounidenses no fueron los únicos informados. El resto del mundo también lo estuvo, gracias a los minuciosos informes estratégicos de inteligencia estadounidenses. La difusión de inteligencia es más un arte que una ciencia y los espías y analistas han sufrido dificultades para dominarla, pero en el caso de Ucrania, el director de la CIA William Burns merece ser reconocido por haber cambiado la forma en que la agencia considera la difusión de sus secretos. Burns, exembajador en Moscú, dijo al comité del Senado que «en todos los años que pasé como diplomático de carrera, presencié demasiados casos en los que perdimos guerras de información contra los rusos». Esa experiencia rindió frutos: durante los meses previos a la invasión de Putin, la comunidad de inteligencia desafió las convenciones, desclasificando información y análisis que anticipaban las preparaciones e intenciones de los rusos. Los informes desacreditaron las aparentes provocaciones («operaciones de bandera falsa») y advirtieron sobre la escalada militar rusa. Los hechos y pronósticos que en su momento habían sido descartados por Kiev y Moscú dieron el blanco. Ahora que las fuerzas rusas se hunden cada vez más profundamente en un atolladero, las agencias de inteligencia estadounidenses debieran insistir en esta estrategia. Los espías y analistas que ayudaron a desbaratar la ofensiva propagandística preguerra de Putin debieran seguir aprovechando al máximo las herramientas de las que disponen. Al igual que los informes no confidenciales de la comunidad de inteligencia para el Congreso, la información de inteligencia se puede publicitar sin revelar fuentes y métodos (incluso, secretos). Los análisis de inteligencia pueden aprovechar información de fuentes abiertas de satélites comerciales, periodistas, analistas activistas, redes sociales y mensajería instantánea. Estos canales ofrecen un filón de datos e informes que solo se podían obtener de fuentes confidenciales. Matt Freear, exvocero del Ministerio de Asuntos Exteriores británico, señala que «Durante la preparación de la invasión a Ucrania se compartieron públicamente en línea, y las cadenas de noticias aprovecharon imágenes satelitales que respaldaban las advertencias oficiales [...] sobre la agresión que planeaba Rusia». Agrega que el valor de la información de fuentes abiertas depende de su credibilidad y que funcionarios de inteligencia y gobiernos siempre debieran usarla con cuidado. Al igual que periodistas, que informan sobre hallazgos de terceras partes derivados de información de fuentes abiertas, las agencias de inteligencia pueden usar sus propios recursos para confirmar lo que otros dicen. Sus análisis pueden ayudar a separar la verdad de la ficción en la cada vez más importante guerra de información. La Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial ayudó a proporcionar apoyo en tiempo real con imágenes satelitales no confidenciales a medios cuyos periodistas informan desde la primera línea en Ucrania. Si una imagen vale más que mil palabras, este esfuerzo está aportando poderosas herramientas contra la campaña de desinformación de Putin.