Rafael Oyarte: Aliado no confiable

Ucrania es una nación asistida por naciones integrantes de la OTAN, pero no es un aliado formal
En el siglo pasado, el título de “aliado no confiable” se lo llevó Italia, con sobra de merecimientos y más allá de las buenas o malas explicaciones. Comprometida con Alemania y Austria-Hungría, iniciada la Gran Guerra, se hace a la Triple Entente contra sus socios. Siendo parte del Pacto de Acero y, luego, del Eje, se alió a la Alemania nazi y al Japón, pero, cuando la suerte le fue adversa, Mussolini fue depuesto y firmó un armisticio con los aliados occidentales. Si bien en la historia la actitud de dejar a un aliado en la estacada no es novedosa, parecería que la actitud de Trump respecto de Ucrania estaría llevando a EE.UU. por esa línea, lo que se corroboraría por la preocupación taiwanesa y nipona respecto de si cosa similar les ocurriría en caso de una agresión china. Otro poco pasa con los surcoreanos frente a la norteña dinastía comunista y hasta los mismos guyaneses frente a la pretensión venezolana del Esequibo. Para algunos, la frase atribuida a Kissinger de que “ser enemigo de EE.UU. es peligroso, pero ser su amigo es fatal”, estaría cobrando renovada actualidad.
Hay una gran diferencia: Ucrania es una nación asistida por naciones integrantes de la OTAN, pero no es un aliado formal, pues no es parte del Pacto Atlántico y tampoco cuenta con tratados de alianza defensiva que creen en su favor la ficción jurídica de que el ataque a un Estado Parte es una agresión a los demás firmantes. Al separarse de la Unión Soviética entregó su armamento nuclear a Rusia, a cambio de garantías a su integridad territorial. Ya vemos dónde quedaron esas garantías. Cuando una nación depende de la voluntad de terceros de que será ayudada o que no será atacada, tendrá que rogar que eso sea cierto.
Con una débil ONU, cada vez más desviada de su fin primigenio de asegurar la paz internacional, si las palabras de Trump respecto de Groenlandia y del Canal de Panamá llegan a su ocupación por la fuerza, será la lápida del sistema internacional. La guerra volvería a ser la ley suprema de las naciones y los débiles dependerán del querer de sus vecinos poderosos. ¿Qué confianza puede tener Ecuador si las fuerzas criminales se terminan de apropiar de su territorio? Porque países en esas circunstancias hay, unos lejanos como Somalia y otros cercanos como Haití, y no es que la tal comunidad internacional se conduela más allá de las simples palabras.