Liderazgo

La actual situación y los desafíos que debemos encarar como familias, empresas y sociedad, demandan un liderazgo incompatible con la imposición y el miedo’.
El párrafo final de la columna publicada la semana anterior concluía con una pregunta dirigida al lector sobre el perfil del líder que prefería frente a la situación actual en que vivimos.
Hace unos años James O’Toole escribió un estupendo libro relacionado con las habilidades que un individuo debía desarrollar para liderar el cambio e instrumentar instituciones que perduren. En esa discusión de talentos, O’Toole nos hace reflexionar que las transformaciones en las organizaciones y los países no se logran por la fuerza, pues por la fuerza se puede resolver problemas en el corto plazo, pero solo el convencimiento de las personas en valores superiores, hace que vayan más allá de lo esperado.
Recuerdo las palabras de Marcel Laniado en mi entrevista de trabajo: si usted acepta integrarse al banco, lo hará para contribuir al desarrollo del país. Ese solo enunciado hizo que mis compañeros y yo trabajemos mucho más allá de nuestro razonable horario; rechacemos ofertas mejor remuneradas, y sobre todo tengamos la firme convicción de que nuestro trabajo tenía un propósito.
O’Toole señala que donde un líder no puede claudicar es en la perseverancia y disciplina para enfrentar a sus enemigos fundamentales. Primero, la resistencia al cambio, que es natural en las personas. Segundo, la satisfacción con el ‘statu quo’, pues la mayor parte de la gente está cómoda como está. Tercero, el momento, que debe ser ahora, pues la gente quiere dejar los cambios para mañana. Cuarto, el temor a lo desconocido, porque para las personas “siempre es mejor malo conocido que bueno por conocer”. Quinto, la falacia de excepción: eso funciona en ese país porque es otra mentalidad. Y el más terrible de los adversarios, que es el ego; ¿qué me vas a enseñar tú que yo no sepa?
La imposición y el miedo son importantes en circunstancias limitadas, pero para lograr cambios profundos que perduren, solo es posible un liderazgo inspirador y la construcción de un equipo donde cada uno sepa su papel en la contienda. ¿Es fácil?, desde luego que no, por eso los trenes tienen una locomotora y muchos vagones.