Pescando votos

"Usando la misma lógica, pronto dirá que los migrantes deberán regresar forzosamente porque son un valioso capital humano"
Cuando creíamos superadas algunas discusiones sobre los mejores caminos para crear prosperidad, don Andrés Arauz, precandidato a la Presidencia de la República, anunció que el país tiene 30 mil millones de dólares en el exterior y que los traerá. No tengo dudas que fueron palabras para ver si pesca votos, porque ninguna persona con educación en Economía podría pensar otra cosa que las economías se impulsan con estímulos.
El mayor estímulo para crear riqueza es la institución de la propiedad privada, y la libre disposición de ella por parte de su propietario. Cuando la propiedad privada, manifestada en cualquiera de sus diversas formas, es fruto del trabajo honesto, nadie tiene derecho (y menos el Estado) para decidir dónde su propietario la debe tener. Coincido con él en que un elemento para sostener la dolarización es dotar de liquidez a la economía, pero esto es consecuencia de exportar más, atraer inversión extranjera y ofrecer condiciones de seguridad, o estimular el turismo extranjero. Pensar lo contrario equivaldría a imponer a los migrantes que hoy viven en el exterior el regreso forzoso al país, a cuenta de que son un valioso capital humano que el país tiene en el exterior.
Con esa misma lógica Cuba prohibió la salida de sus ciudadanos, hasta que lo único que le quedó para alimentar a su politburó fue exportar capital humano. ¿No sería más sensato crear las condiciones de dinamismo a la economía y prosperidad, para invitar a los migrantes a integrarse nuevamente a su país? Quizá alguien ponga el grito al cielo porque se compare capital humano con capital financiero, pero en los libros Economía se describe al trabajo como el aporte a la producción del capital humano, y por tanto uno de los factores de la producción.
Señor Arauz, yo seré el primero en protestar si usted llegara al poder y pretendiera obligar al expresidente Correa a vender su casa en Bélgica o a cerrar una cuenta bancaria para repatriar esos recursos. Como cualquier ciudadano, él decidió libremente dónde le era más conveniente tenerlos, y hay que respetarlo. Quizá pesque votos, no prosperidad.