Columnas

Honrar al país

El daño moral, cultural y económico del correísmo no puede ser cuantificado integralmente, pero está en nosotros reconocerlo para rechazarlo con la suficiente fuerza de honrar el país que queremos tener.

El caso sobornos sienta un precedente fundamental para una sociedad que busca prosperar de manera sostenible y sana. Correa y otras 18 personas fueron sentenciadas a ocho años de cárcel por autoría y coautoría sobre el delito de cohecho. Laura Terán fue sentenciada como cómplice. La sentencia establece que cada uno debe reparar al Estado con $ 778.000 y la señora Terán con $ 368.000. A su vez, Correa y Glas pierden la pensión vitalicia de más de $4.000 mensuales cada uno, por un artículo aprobado dentro de la Ley Humanitaria. Esto además de las disculpas públicas y la prohibición de participar en cargos de elección popular. La gran mayoría de los condenados han huido; sus comunicados defendiendo una honorabilidad inexistente amenazan con acudir a instancias de la justicia internacional que en el pasado desacreditaron.

Nada sorprende de estas personas que mentían en televisión, mientras delinquían en una organización criminal que financiaba el abuso del poder que da un cargo público y sus facultades. Una época vergonzosa y dolorosa para nuestro país, una época que tiene muchos vestigios en la actualidad; pero la condena viene para decirnos que es posible sancionar el crimen aun cuando la banda criminal tiene todavía poder.

Existen juicios pendientes por otros crímenes, como el peculado, y mientras el debido proceso termina de cumplirse es fundamental reflexionar: ¿Cuántos empleos se perdieron porque no tenían cabida en el esquema de sobornos? ¿Cuánta gente fue perseguida, hasta por aplaudir? ¿Cuántas personas prefirieron callar por la intimidación ejercida por la banda criminal en el poder? ¿Cuántos lucraron y defendieron lo indefendible? ¿Cuántos funcionarios no abusaron de cualquiera que haya sido su función dentro del gobierno por efecto de la estela de poder que ejercía el correísmo protegiendo los abusos de su gobierno? Hago todas estas preguntas porque es necesario recordar no solo la millonada que robaron sino cómo se usó la tribuna sabatina del poder para amedrentar y violentar a cualquiera que desnudara el abuso. Se creían intocables.

El sistema de indefensión se nutre del abuso del poder estatal y el control sobre la vida y recursos de la ciudadanía. Una masa suficientemente importante logra reconocer ya en Ecuador la enfermedad del correísmo. Su manipulación populista del discurso de justicia social se desnuda ante los hechos, entonces surge una especie de frustración al sentir que no se recupera la plata robada, que dejaron obras mal hechas y otras que quedaron en papel pero con la plata en los bolsillos del grupete que repartía la torta. Así vuelve una desazón a la boca, como cuando uno se está desparasitando y la medicina produce ese efecto desagradable.

Hace falta energía y talante para recuperarnos del daño. La labor de la jueza Camacho, de la fiscal Salazar, de los conjueces de la Corte y de la prensa denunciante dan luces de que aun cuando la justicia parecía lejana e insuficiente, esta regresa si las personas que forman las instituciones escogen honrarlas.

El daño moral, cultural y económico del correísmo no puede ser cuantificado integralmente, pero está en nosotros reconocerlo para rechazarlo con la suficiente fuerza de honrar el país que queremos tener.