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Patente de corso

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La Asamblea es guardiana y garante de la Constitución, no puede romperla y resolver contra ella...

Bajo la declaración de pacificación, unificación y reconciliación del país, la Asamblea resolvió conceder amnistía a los 268 involucrados en los condenables actos de octubre de 2019. La amnistía, facultad de la Asamblea contemplada en la Constitución, extingue la pena y la acción penal por delitos políticos, excepcionando delitos expresamente determinados. En las manifestaciones de octubre se ejerció el derecho a la resistencia, pero también se perpetraron delitos que van desde vandalismo, saqueos, destrucción de bienes públicos y privados, convenientes incendios provocados, dejar sin agua a una ciudad entera, torturas físicas y sicológicas, incluyendo el secuestro de civiles y miembros de la fuerza pública.

De acuerdo con el Código Orgánico Integral Penal la amnistía es una de las formas de extinguir la pena, no el delito. En consecuencia, se libera de la pena a los autores, pero el delito no desaparece, no se extingue, fue cometido y será siempre delito, algunos imprescriptibles. “Habrá perdón pero no olvido”. El pueblo de Quito, en particular, y el ecuatoriano en general, no olvidarán jamás las imágenes de destrucción, prepotencia, abuso y agresión de las que fueron testigos en las transmisiones realizadas por la televisión nacional. La Constitución reconoce la amnistía para delitos políticos y excluye expresamente, entre otros, los de tortura y secuestro, por lo que no era factible incluir en una amnistía general a todos los participantes en los hechos mencionados. La Asamblea es guardiana y garante de la Constitución, no puede romperla y resolver contra ella, y tampoco debe enorgullecerse de lo que debería avergonzarse, defender lo indefendible o negar lo evidente; hacerlo es crear un monumento a la impunidad y dar patente de corso para la repetición de estos delitos, liderados por dirigentes que representan una minoría del pueblo ecuatoriano, que usa equivocadamente la violencia como camino para afanes electorales, sin darse cuenta de que su aceptación sería mayor si en vez de destruir lideraran acciones de progreso, superación y humanismo, como la lucha contra la desnutrición infantil o la educación de sus pueblos.