Columnas

Neutralidad amoral

"El Ecuador no está para neutralidades amorales ni merece caer en la quimera engañosa de un puñado de roedores de la gloria. Porque la decisión es clara y pasa por escoger entre sensatez e irracionalidad"

Las circunstancias electorales ameritan que expresemos sin ambages nuestra opinión acerca de los candidatos presidenciales actuales. Es una obligación moral del ‘zoon politikón’ -o del animal político que describiría Aristóteles- el que nos manifestemos pública y frontalmente en estas elecciones. Pocas cosas pueden desdecir más del carácter de un hombre íntegro que el abstenerse de emitir un juicio moral sobre aquellos aspectos que afectan directamente su vida y la de los suyos. Porque el ser tolerante con la vileza es traicionarse a uno mismo, es alentar a los miserables, es ser complaciente con los piratas de la política. La neutralidad amoral equivale a entregar un cheque en blanco a las mafias de turno y nos convierte, al menos, en cómplices del sicariato social.

El socialismo se instauró a partir de la Revolución Bolchevique y la eventual creación de la Unión Soviética en 1917. Durante su concepción, el socialismo se ideó como una filosofía política supuestamente altruista que perseguía utópicamente la igualdad social como alternativa al capitalismo supuestamente egoísta y explotador. No obstante de aquello, tras más de cien años de existencia, el socialismo solo ha demostrado ser el experimento social más destructivo y asesino que ha engendrado la humanidad. Un modelo de organización social que inexorablemente ha fracasado y sigue fracasando en países como la Unión Soviética, China, Cuba, Corea del Norte o recientemente Venezuela, por nombrar algunos ejemplos. Un descalabro tan evidente que a nadie le queda duda de que a los socialistas lo último que los motiva actualmente es el bienestar general o el altruismo humano.

¿Si es tan categórico su fracaso, qué mismo incita entonces a nuestros socialistas criollos a seguir insistiendo en el liquidado infierno colectivista llamado socialismo siglo XXI? Ayn Rand sostiene en La virtud del egoísmo, que la motivación de los socialistas proviene de sus ansias por poder, que a su vez denota sus propios complejos y el deseo de obtener aquello que son incapaces de ganar a nivel privado, tanto a nivel material, como inmaterial. La frustración profunda que les causa el ser mediocres en el mundo real, los lleva a convertirse en simples parásitos sociales, con tal de saciar su sed de gloria injustificada.

El Ecuador no está para neutralidades amorales ni merece caer en la quimera engañosa de un puñado de roedores de la gloria. Porque la decisión es clara y pasa por escoger entre sensatez e irracionalidad, como lo supiera advertir Ayn Rand con su frontalidad característica: “Una sociedad irracional es una sociedad de cobardes morales, de hombres paralizados por la pérdida de valores, principios y metas morales. Pero dado que los hombres deben actuar mientras vivan, tal sociedad está lista a ser tomada por cualquiera que esté dispuesto a determinar su curso. La iniciativa puede venir únicamente de dos tipos de hombres: de aquel que está preparado para asumir los valores racionales, o bien del criminal a quien no le preocupan las cuestiones de responsabilidad. No importa cuán duro sea el esfuerzo, solo hay una elección que el hombre racional puede hacer en vista de tal alternativa”.

¡Hasta la próxima!