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Días oscuros

Avatar del Francisco Huerta

Sin una buena política de comunicación Juan Pueblo no asume la gravedad de la situación ni sus riesgos’.

Obviamente, con el título utilizado no me refiero al clima. ¿Por qué a ese hecho lo califico de obvio? Porque no están los tiempos para hablar del clima, que también: la tragedia ecológica ya está haciendo presencia entre nosotros; pero, la que está cayendo en el Ecuador es peor que lluvia ácida y amerita tratamiento prioritario.

En lo de fondo, reconociendo la oscuridad, hay que tratar de iluminar, pese a que no siempre, como en mi caso, se cuente con las luces requeridas.

¿Por dónde empiezo en razón de la larga lista de asuntos que se me ocurren? El primer paso debe ser el clasificar los temas según la magnitud de su incidencia en la política o en la economía, o en ambas; o igualmente, en razón de la dificultad para enfrentarlos, diríamos modernamente: en razón de la gobernabilidad que sobre ellos se tiene o se supone tener.

En ese ánimo, lo primero que parece estar claro, o debería de estarlo, es que no se puede intentar resolverlo todo de golpe, peor todavía peleándose con todo el mundo.

Si se trata de anticorrupción, por ejemplo, los enemigos son poderosos y no son mancos; además, como no tienen ninguna ética que los limite, usan todos los recursos, incluyendo la difamación, y por supuesto, lo que se robaron. Ellos se están jugando el porvenir, sin asumir que ya no lo tienen. El país no perdonará los males que le han infligido.

Pero ese es otro asunto. En lo que estoy desarrollando es clave contar con públicos bien informados. Eso significa tener una bien diseñada estrategia de comunicación, con voceros múltiples, con argumentación consolidada en común. No hay cómo permitirse contradicciones, ni permitirle al jefe que se sienta Superman y quiera asumir todas las respuestas. Eso es una actitud que no cabe en una comunicación seria, tal cual el país la requiere. Primero porque nadie las tiene, al menos no con la coherencia y la rigurosidad que hacen falta. Segundo, porque quien así actúa corre el riesgo de quemarse. Tercero, porque para distribuir se cuenta con un gabinete ministerial y con directores generales y… un largo etcétera.

Me quede sin espacio. Volveré.