La guerra en las ciudades

Hoy, en la gran mayoría de los países hay más habitantes en los entornos urbanos que en los rurales’.
El término urbicidio se refiere a los ataques deliberados, no dirigidos a seres humanos, sino al entramado de las ciudades. La palabra ganó un uso común a partir de la destrucción de Sarajevo, en Bosnia-Herzegovina, por parte de las tropas serbias en la década de los noventa.
La actual guerra de Rusia contra Ucrania ha puesto en relieve cómo las ciudades pueden pasar de ser refugios seguros para convertirse en verdaderos campos de batalla. Para muchos, la destrucción de la infraestructura de las ciudades, de las viviendas y de los lugares de trabajo y ocio de los habitantes debe considerarse como genocidio, ya que se atenta de manera simbólica y directamente a la dignidad de quienes habitan en ellas. Lo vimos en guerras del pasado con Varsovia, Guernica o Mostar y los estamos viendo hoy con Mariúpol y Járkov.
Por otro lado, la crisis de la pandemia de COVID-2019 llevó a percibir a las ciudades como lugares inseguros y a temer vivir en ellas. A eso se ha denominado urbefobia. Fue en las ciudades donde se concentró la catástrofe y donde millones de habitantes debieron encerrarse ante el temor de lo que sucedía. Fueron también las ciudades las que se evidenciaron más débiles por las dificultades de abastecimiento de suministros y la fragilidad de los sistemas de salud y de asistencia.
Cuando el ser humano pasó de un estilo de vida nómada, de cazador-recolector, al sedentarismo, las ciudades poco a poco fueron creciendo y ganando protagonismo. La Revolución industrial llevó al ser humano a que prevalezca un modo de vida urbano sobre el modo de vida rural.
Hoy, en la gran mayoría de los países hay más habitantes en los entornos urbanos que en los rurales. Sin embargo, la opción de retornar a una vida alejada de las ciudades se torna no solo compleja sino difícil de alcanzar, salvo que circunstancias extremas, como las de una guerra, presionen a los habitantes a convertirse en extraños en sus propios países y a transformarse en nómadas, como lo que sucede a millones de ucranianos y de otros países de guerras aún activas, pero poco recordadas.