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Hacia una arquitectura más humana

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...honrar a un arquitecto o arquitectos vivos cuyo trabajo construido demuestre una combinación de talento, visión y compromiso, que haya producido contribuciones consistentes...

Dos noticias impactaron la semana anterior al mundo de la arquitectura: el otorgamiento del Premio Pritzker 2022 a Francis Kéré y el fallecimiento del arquitecto Christopher Alexander. Si hay algo que los relaciona es su visión de hacer una arquitectura más humana.

El Premio Pritzker, al que se denomina el Nobel de la Arquitectura, fue instituido en Chicago en 1979 por Jay y Cindy Pritzker, a través de la Fundación Hyatt, con el propósito de "honrar a un arquitecto o arquitectos vivos cuyo trabajo construido demuestre una combinación de talento, visión y compromiso, que haya producido contribuciones consistentes y significativas a la humanidad y al entorno construido a través del arte de la arquitectura". Este año se ha otorgado por primera vez a un arquitecto africano, Diébédo Francis Kéré, quien nació en la aldea de Gando en Burkina Faso, de donde salió a estudiar a una escuela fuera de su pueblo con el aporte de su comunidad. Luego aprendió el oficio de carpintero y mediante una beca se graduó de arquitecto en Berlín. Su primera misión fue regresar a Gando y construir una escuela. Como Kéré afirma: "quiero demostrar el poder de la comunidad y que la arquitectura puede ser inspiradora para que labren su propio futuro". Su trabajo ha sido reconocido por su uso de materiales locales junto con tecnología moderna y el respeto y comprensión a las tradiciones y modos de habitar. Tradición y vanguardia de la mano, con alto valor estético. Muchos de estos conceptos fueron defendidos por Christopher Alexander, quien abogaba por una arquitectura que entendiera los modos intemporales de habitar a través de un "lenguaje de patrones". En estos, desarrolló reglas de diseño y construcción que surgen de la observación y análisis de la apropiación de los espacios por parte de los usuarios, los verdaderos arquitectos de su entorno, y donde los profesionales de la arquitectura deben actuar como intérpretes y guías de esas visiones. Tanto Kéré como Alexander claman por la recuperación de la arquitectura como una disciplina humanística, quizá la más humanística de todas