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Sin una luz al final del túnel

Avatar del Fernando Cazón

De seguro cuando el presidente Lasso soñaba con llegar a Carondelet jamás pensó que esta sería la situación nacional, pero es lo que hay y lo que parece habrá por un buen tiempo más

A poco tiempo de cumplir el presidente Guillermo Lasso su primer año de mandato, las cosas no han salido del todo bien para él y su equipo. Temas específicos como la violencia y la seguridad ciudadana se le han salido de las manos. Al hablar de esta problemática, queda claro para todos los ecuatorianos que no existe un plan trazado ni una luz al final del túnel; tristemente nos hemos tenido que acostumbrar a despertarnos con las noticias de muertes a manos de los sicarios. Pese al miedo que tenemos por toda esta ola de terror, ya no nos impresiona como antes enterarnos de este tipo de decesos. Venimos repitiendo, con cada asesinato que hemos tocado fondo como sociedad, y con cada muerte colateral de personas inocentes, cuyo único error fue salir de casa, sentimos que la gota colmó el vaso, pensando que después de eso no podría suceder algo peor. Sin embargo el problema real es que el vaso se colma todos los días y a modo de desafío las cifras de muertes a manos sicarios se superan a diario. Pero lo ocurrido esta semana en el cantón Durán, en la provincia del Guayas, no tiene precedentes. Despertar con la postal de dos personas asesinadas y colgadas de un puente peatonal lo superó todo. El discurso de encontraremos a los culpables o le hemos declarado la guerra a la violencia no nos llega, porque son meses que venimos escuchándolo y en vez de mejorar la cosa se va poniendo peor. El pueblo ecuatoriano está llegando a su límite. Es terriblemente difícil vivir en un país donde los verdaderos gobernantes son mafias delincuenciales mejor organizadas que cualquier gobierno de turno, que nos tienen comiendo de su mano a punta de bala y miedo, perdiendo la libertad de disfrutar de las cosas simples de la vida, como un paseo familiar o salir sin miedo a cualquier lado. Este es nuestro baño diario de realidad. Muchos ya no saben qué hacer para mantenerse vivos; han blindado sus hogares para hacer de este su lugar seguro,

se organizan en los barrios para cuidarse entre todos y le rezan a la Santa Muerte pidiendo

no ser el siguiente en su lista. De seguro cuando el presidente Lasso soñaba con llegar a Carondelet jamás pensó que esta sería la situación nacional, pero es lo que hay y lo que parece habrá por un buen tiempo más.