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Ley de aborto

Avatar del Fernando Cazón

...la realidad es que al sistema de salud público acuden aquellas personas que no tienen los recursos para acceder a seguros privados y médicos particulares’.

Vuelve a abrirse la caja de Pandora al aprobarse en la Asamblea el informe para el segundo debate del proyecto de ley que apruebe el aborto por violación. El debate ha causado desacuerdo total entre los miembros del Legislativo. Y es que hay que estar en los zapatos de aquellas mujeres que tuvieron que pasar por tan terrible momento para poder comprender muchas cosas. La discusión se centra en este momento en el tiempo tope para poder realizar la interrupción de un embarazo no deseado. Llegar a un consenso sin que nadie se saque los ojos en medio del camino, va a estar difícil. Entre los asambleístas están los pragmáticos, que pensarán que lo mejor sería realizar el aborto durante el primer trimestre de gestación, por una cuestión de salud, porque ¿para qué esperar tanto tiempo? Y aparecerán los creyentes provida que afirmarán que este procedimiento por donde se lo mire es un asesinato. Pero no sabemos si dentro del grupo que decidirá sobre el futuro de muchas mujeres se encuentra alguien que haya tenido que pasar por tan terrible pesadilla y pueda dar su testimonio de vida.

Para aquellas mujeres que estuvieron en el momento y en el lugar equivocado y fueron víctimas del deseo desmedido de un hombre que no pudo controlar su instinto animal, abortar no se trata de religión, ni de creencias, se trata de vida o muerte, de futuro y principalmente de economía. Debemos comprender que la ley de aborto por violación, en caso de ser aprobada, favorecerá a aquellas mujeres de escasos recursos que no cuentan con el dinero necesario para poder realizarse esta intervención en una clínica clandestina privada. Ellas recurren a brebajes y procedimientos que atentan contra su existencia. Porque la realidad es que al sistema de salud público acuden aquellas personas que no tienen los recursos para acceder a seguros privados y médicos particulares.

Es fácil para los asambleistas juzgar con el dedo desde la comodidad de su curul, con un sueldo jugoso a fin de mes. Es dificilísimo para aquellas valientes que decidieron vivir después de la peor pesadilla de sus vidas, decidir entre un futuro incierto con un hijo no deseado y una economía resquebrajada que obligue a la realización de procedimientos inhumanos para ponerle fin al embarazo. Por el bien de ellas, que se decida lo mejor.