Columnas

Educación pandémica

Pensar que los niños de hoy serán el futuro del país nos llena de incertidumbre’.

Hace algunos años, para los niños y jóvenes asistir a clases era algo tan simple como ponerse el uniforme, ir a la escuela o colegio, escuchar clases, recreo, risas, más clases, fin de la jornada, llegar a casa, hacer alguna tarea y estudiar la lección después de comer; una rutina bien marcada entre estudiantes y el sistema educativo. Las responsabilidades de los padres eran simples: pagar la pensión, recoger las libretas de calificaciones al final de cada período y exigir a los chicos en casa que hagan los deberes y estudien para las evaluaciones.

Pero el COVID y la necesidad de recurrir a la virtualidad académica lo cambió todo. Quienes tuvieron la oportunidad de acceder a este tipo de educación, porque para colmo la virtualidad fue selectiva, aceptaron reducirse a una pantalla de computadora, sin recreos ni sonrisas, sin poder vivir lo más lindo de la etapa de estudiante, situaciones graciosas, bromas entre compañeros, y para algunos, los primeros noviazgos, recuerdos que para quienes lo vivimos nos marcaron de una manera agradable.

La educación virtual no afectó solo a los estudiantes y su forma de adquirir conocimientos. Los padres, sobre la marcha, tuvieron que aprender a ser profesores y adecuar sus horarios para ser el soporte académico en casa. A más de uno le tocó desempolvar conocimientos adquiridos años atrás para explicar algún tema visto en clases. También se convirtieron en técnicos de computadoras, ayudantes a la hora de armar una exposición o armar las famosas carpetas que toca entregar a los profesores al finalizar cada trimestre. Y pese a todo el apoyo que los chicos han tenido en casa, es evidente el deterioro de la educación en nuestro país.

Volver al nivel educativo en el que estaban antes de todo este huracán llamado coronavirus será difícil, peor aún con la suerte que tenemos de que cada vez que existe la intención del retorno a las aulas aparece una variante que obliga volver a casa. Pensar que los niños de hoy serán el futuro del país nos llena de incertidumbre.

En mayo empieza un nuevo año lectivo para la Costa y Amazonía ecuatoriana y ojalá que para esas fechas no aparezca una nueva variante que vuelva a matar el deseo de miles de niños y jóvenes de volver a las aulas.