Incesto y violación

"Pisión perpetua para castigar (“hasta que la muerte los separe”) a quienes hayan cometido actos de violación contra menores de edad"
Hace pocos meses el Congreso Nacional de Colombia estableció, por unanimidad y por primera vez en la historia de esa nación, la prisión perpetua para castigar (“hasta que la muerte los separe”) a quienes hayan cometido actos de violación contra menores de edad. El presidente Iván Duque se congratuló por la decisión legislativa y señaló que era el más justo de los castigos para quienes abusan sexualmente de quienes comienzan su trayectoria en la vida, ya que por dicha causa pueden quedar afectados física y psicológicamente para siempre. En esos mismos días se produjo en la patria de García Márquez una violación colectiva llevada a cabo por 12 conscriptos contra una joven de apenas 12 años, pero como la ley aún no entraba en vigencia “solamente” pudieron ser condenados a 30 años de cárcel.
Traemos a colación esta resolución legislativa con el deseo de que sea copiada en Ecuador, sobre todo por las escalofriantes noticias que nos han llegado desde el cantón guayasense El Triunfo, en donde padres y padrastros violan y embarazan a sus propias hijas, con lo que el producto de esa acción incestuosa vendría a ser a la vez hijo y nieto del violador. Solo en una semana se recibe en El Triunfo por lo menos cinco denuncias de abuso sexual a menores de edad. Por lo general el consumo de alcohol y de drogas y la falta de educación son los factores por los que se cometen tan graves delitos. Esta situación salió a la luz al conocerse un caso estremecedor, de alguien que violó a su propia hija de apenas 13 años, con el agravante de que la madre de la víctima fue cómplice y coautora del hecho al haber grabado la violación con un celular. Un caso que ni siquiera se le hubiese imaginado al escritor ruso Fedor Dostoievski, que narró en sus novelas argumentos en que describía la patología psicológica de sus personajes. Y ya que hemos entrado a tan trascendente y truculento tema, aprovechamos la oportunidad para recordar que entre los grandes pecados de la Iglesia católica, a más de la inquisición, miles de sacerdotes, por el absurdo celibato que se les impone, han violado y siguen violando a gran número de niños, sin que el Vaticano se haya preocupado de castigar a los culpables ensotanados, que siguen en la impunidad al no haber sido entregados a la justicia ordinaria.