Muerte cruzada

Siguen buscándole la quinta pata al gato y mientras tanto las necesidades imperiosas del Ecuador continúan postergadas
Mucho ruido y pocas nueces. En la Asamblea hay voces que se muestran conscientes del bajo nivel al que han llegado, sin aportar efectivamente al crecimiento y desarrollo del país. Viven fuera de sintonía entre lo que el pueblo necesita y lo que ellos se proponen conseguir, obedeciendo a intereses coyunturales. Sin pudor alguno, ciertos grupos, arman su agenda, y una muestra evidente fue la votación para conceder las oprobiosas amnistías grupales, que expuso grotescamente lo que son capaces de hacer con tal de salirse con las suyas, sin importarles los nefastos precedentes para situaciones similares futuras.
El partido gobiernista perdió la mayoría de coyuntura dentro del Legislativo al no votar con Pachakutik en este proceso, a pesar de que hace poco votaron juntos para salvar la pega de la presidenta y el CAL, cuando estuvieron en la mira de algunas bancadas por sus paupérrimos resultados dentro del Legislativo.
Ahora, con la salida honrosa de César Rohon, uno de los pocos buenos asambleístas, volvió a la mesa la discusión de la muerte cruzada, figura que suena con fuerza en virtud de la incapacidad del Ejecutivo para conformar una mayoría estable dentro de la Asamblea.
Dudo que el Gobierno pueda caminar junto a un organismo que cada vez tuerce más sus objetivos en favor de sus intereses particulares. Penosamente, no veo, por ahora, el "deseo" del Ejecutivo de activar esta figura constitucional, ya que su popularidad no es robusta y de invocarla va a ser muy difícil que vuelva al poder. Por ello, arrastrarán los pies antes de aplastar la tecla de autodestrucción, mientras correístas y otras fuerzas políticas, se frotan las manos ante esta posibilidad, porque facilitaría su regreso a las urnas, donde en la última elección tuvieron buenas oportunidades de triunfo.
Siguen buscándole la quinta pata al gato y mientras tanto las necesidades imperiosas del Ecuador continúan postergadas, porque el Ejecutivo no tiene la valentía de cerrar esa mediocre institución, de limitado desempeño y de grosera ignorancia. ¡Hasta cuándo padre Almeida!