Carmen Ojeda | Duelo prolongado: cuando el dolor no se va

...en ocasiones, el sufrimiento no disminuye con el tiempo, se vuelve persistente y comienza a interferir con la vida diaria
Perder a alguien que amamos duele, y ese dolor es parte natural del duelo. Sin embargo, en ocasiones el sufrimiento no disminuye con el tiempo, se vuelve persistente y comienza a interferir con la vida diaria. A eso se le llama duelo prolongado o trastorno por duelo prolongado, reconocido en el DSM-5-TR y en la CIE-11 como un trastorno mental específico.
Desde la psicología clínica, el duelo prolongado no es ‘solo tristeza’. Es una condición reconocida que puede aparecer cuando han pasado más de 12 meses (o seis en niños y adolescentes) y la persona continúa sintiendo una intensa añoranza, negación, vacío o dificultad para seguir adelante. No es ‘falta de fuerza del doliente’, es un proceso emocional que necesita atención.
Algunos factores pueden hacer más probable su aparición: cuando se trata de una pérdida repentina, cuando se trata de una relación muy dependiente o ambivalente, cuando el doliente cuenta con poco apoyo emocional, o cuando existe una historia previa de ansiedad o depresión. Es importante diferenciarlo de un duelo ‘regular’ o de una depresión, porque el enfoque terapéutico será distinto. La evaluación cuidadosa de estos factores permite diferenciar entre un duelo complicado y otros trastornos como la depresión mayor o el trastorno de estrés postraumático.
El tratamiento desde la psicología clínica suele incluir la terapia cognitivo-conductual, centrada en la reestructuración de pensamientos disfuncionales y la exposición gradual a recuerdos o situaciones evitadas. También se utilizan enfoques basados en el apego, la terapia narrativa o intervenciones de tercera generación, como la terapia de aceptación y compromiso (ACT) o el mindfulness para duelo prolongado. El objetivo es facilitar la adaptación a la pérdida, promoviendo una relación más funcional con el recuerdo del ser querido y reactivando la participación en la vida cotidiana.
Comprender el duelo prolongado desde una perspectiva clínica permite intervenir tempranamente y brindar apoyo efectivo, ayudando a quienes han quedado atrapados en el dolor a encontrar un nuevo equilibrio emocional.