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Un llamado de atención por la pandemia para el G20

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'Saber qué tenemos que hacer no es lo mismo que hacerlo. Parece que somos incapaces de comportarnos como es debido a escala mundial para tomar las decisiones necesarias relacionadas con la pandemia’.

Los epidemiólogos nos dicen que habrá otras pandemias, igual o peores. Cuando llegue la próxima, China, Singapur y (tal vez) Vietnam estarán mejor preparados porque aprendieron de la terrible experiencia. Casi todos los demás, incluida la mayor parte del G20, seguirán tan vulnerables como cuando nos golpeó la COVID-19. El mundo no asignó recursos suficientes para monitorear los brotes de enfermedades infecciosas, pese a que pueden convertirse en pandemias. Carecemos de reservas estratégicas de equipos de protección personal (EPP), oxígeno medicinal y capacidad ociosa para producción de vacunas que podamos aprovechar rápidamente. Las agencias internacionales responsables de garantizar la salud mundial carecen de mandatos claros y financiamiento suficiente, y no las obligan a rendir cuentas adecuadamente. Nadie está cargo de la respuesta ante la pandemia, nadie es responsable por ella. Y saber qué tenemos que hacer no es lo mismo que hacerlo. Parece que somos incapaces de comportarnos como es debido a escala mundial para tomar las decisiones necesarias relacionadas con la pandemia. Es muy posible que los responsables de las políticas terminen implementando medidas a medias y escatimar recursos. Seguramente vale la pena contar con una reserva estratégica de instalaciones para producción de EPP, elementos diagnósticos, vacunas y productos terapéuticos. ¿Y no sería bueno para el mundo gastar $ 15 mil millones al año para prevenir pandemias en lugar de gastar decenas de billones para responder a una de ellas? ¿Qué nos impide hacer lo necesario para evitar otra catástrofe del estilo de la COVID-19? La mayoría de sistemas políticos fomentan atención colectiva poco prolongada. Políticos y votantes quieren centrarse en reconstruir mejor y la agenda internacional pasó a otros temas. Los responsables de políticas nacionales saben que no pueden desatender la pandemia, la dejarán en manos de la OMS y otras agencias. Pero hace solo un año muchos se quejaban a gritos de que esos organismos no estaban equipados para esa tarea. No están siquiera cerca de derrotar a la COVID-19. La mayoría de agencias mundiales de salud cree que la prevención y preparación para las pandemias son cuestiones estrictamente vinculadas con el sector de la salud; la COVID-19 dejó en claro que no. Aun luego de los gastos sin precedentes de los últimos 18 meses, los ministros de finanzas están recibiendo presiones para limitarlos. Su reducción no se verá tan inteligente cuando tengamos que lidiar con las consecuencias de esas acciones. Hay resistencia burocrática a un ejercicio que promete consolidar o rehacer organizaciones e introducir mecanismos para actualizar sistemas de gobernanza de acuerdo con sus objetivos. ¿La próxima pandemia volverá a sorprendernos dormidos? No, pero solo si los jefes de gobierno del G20 reconocen que las pandemias son una amenaza para la seguridad nacional y mundial, y gastan parte del capital político para desplazar a la maquinaria internacional de salud y seguridad de su equilibrio actual. Los cambios audaces necesarios no tendrán lugar a menos que los líderes políticos establezcan una visión. La cumbre del G20 en Roma, el 30 y 31 de octubre, es el momento adecuado para ello.