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Todavía pueden gobernar

Avatar del César Febres-Cordero Loyola

Puede ser que para el Gobierno funcione el ver cómo cada tormenta ahoga el recuerdo de la anterior en la borrasca de escándalos, pero se olvidan de que hay otros 17 millones de malaventurados en esta isla fantasma en que se ha vuelto el país.

Rodeado por un mar de tempestades y sin siquiera un paraguas, el Gobierno nacional permanece impávido esperando a que las aguas se calmen por sí solas. Sin querer saltar al mar arrastrando al resto de los náufragos en una muerte cruzada, solo les queda esperar a que termine este período y llegue el próximo barco con su desdichado relevo. O eso es lo que quieren que pensemos.

Puede ser que para el Gobierno funcione el ver cómo cada tormenta ahoga el recuerdo de la anterior en la borrasca de escándalos, pero se olvidan de que hay otros 17 millones de malaventurados en esta isla fantasma en que se ha vuelto el país. Millones y millones que además no tienen un boleto de escape. Parece que se han quedado viendo el mar y, pensando en sus vacaciones arruinadas, ignoran todo lo que pueden hacer para que las tormentas no destrocen lo que queda tierra adentro.

Es verdad que las tormentas de la deuda, las crisis globales y el crimen internacional no están al alcance de su poder, pero el Gobierno todavía puede mantener un refugio para todos y ver que todo marche bien casa adentro. Ese refugio es el Estado, donde la sociedad civil, o lo que queda de ella, puede intentar sobrevivir en paz y libertad. Un refugio que no tiene por qué ser prisión.

Claro, nos pueden decir que la tormenta se ha llevado medio tesoro y que no hay forma de solventar las obras necesarias. Pero incluso aceptando esa excusa, que para muchos es falaz, no le alcanza al Gobierno para explicar por qué no combate eficazmente la corrupción que se lleva en peso lo que queda del tesoro. Menos aún para justificar la inacción frente a la desmejora generalizada en los servicios y políticas públicas: largas colas hasta para renovar documentos y un sector agrícola en franco abandono.

El temporal arrecia y la gente no tiene con qué cubrirse. Ante la desatención, ya es tiempo de que desde la sociedad civil nos organicemos para defendernos y cubrirnos con las hojas y ramas que encontremos. Pero no nos resignemos a luchar solos, que el Gobierno aún está a tiempo de despertar. Todavía pueden gobernar.