Columnas

Rotas

Que las niñas como ella sean mujeres sin grietas, que no acepten nada menos que la libertad para ser felices

En estos días he conversado con varias amigas… y siento que estamos rotas. He llegado a la conclusión de que no solo es una o son dos, sino que a nivel general, las mujeres de mi generación tenemos grietas profundas que sanar; todavía nos cuesta darnos cuenta de que nos hacen daño. Todavía no aprendemos a identificar el maltrato, nos falta mirar a la cara y decir lo que sentimos; todavía nos derrumban las palabras “estoy sola”. Seguimos con ese sueño de encontrar “la pareja perfecta”, como si estar solas nos convirtiera en un ser extraño, como si mirarnos en el espejo no fuese suficiente para enamorarnos de nosotras mismas.

Seguimos pensando que la realización personal siempre se debe dar al lado de otro ser humano. Nos han quitado la certeza de que aunque estemos solas podemos estar bien, cuando muchas veces es mejor solas que mal acompañadas.

Nos sigue taladrando el cerebro la frase “hacer las cosas por amor” o -peor aún- “hay que sacrificar o aguantar por amor”, cuando la realidad es todo lo contrario: aguantamos todo justamente por falta de amor. Por falta de amor propio.

Qué complicado se nos hace amarnos tal y como somos, qué difícil aceptarnos con nuestros errores, defectos, imperfecciones; qué duras somos con nosotras mismas. Lo digo siempre, nuestras hormonas nos juegan malas pasadas todos los meses, pero ya deberíamos bajarle a nuestra autocrítica.

Esa misma falta de amor propio es la que muchas veces nos obliga a permanecer en relaciones que nos hacen daño, hemos llegado al extremo de tener miedo de salir de lo que nos genera tristeza, incomodidad, confusión, rabia, frustración y hemos preferido cambiarlo por la famosa “rutina”, “es lo que toca”, “es una buena compañía a veces”.

He pensado en mi hija mientras escribo estas líneas. Cuánto me encantaría inculcarle esa fortaleza para siempre decir lo que piensa pero, sobre todo, lo que siente. Que sea honesta consigo misma y pueda reconocer lo que no puede tolerar por amor propio. Que las niñas como ella sean mujeres sin grietas, que no acepten nada menos que la libertad para ser felices.