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Nadie me ayudó

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Estamos solas porque el Gobierno no es capaz de ejecutar acciones concretas contra la violencia de género. Indefensas porque nadie acudirá a auxiliarte si te revientan a golpes en la calle.

Esta semana he sentido que las mujeres estamos más solas que nunca. Invisibilizadas y sin nadie que intervenga mientras nos violan, golpean y matan.

No existe la Secretaría de Derechos Humanos. Su directora es un fantasma que seguramente veremos aparecer en noviembre, cuando le toque hablar en el día contra la violencia machista, con más palabras aprendidas que resultados.

Solo se ha ejecutado el 5 % de los fondos destinados para la erradicación y prevención de la violencia de género, mientras en este año han sido asesinadas 245 mujeres.

La única versión oficial que tenemos es la del ministro del Interior, quien dijo que no permitirá que miembros de la Policía ataquen a mujeres, pero… ¿cómo confiar en que no primará la impunidad y el espíritu de cuerpo cuando es un funcionario el sospechoso?

La muerte de Naomi, en la que un fiscal estuvo involucrado, quedó en el olvido. ¿Qué podemos esperar si en la desaparición de María Belén el implicado es su esposo, un policía? Su madre y su hijo lloran mientras las autoridades admiten fallas en los protocolos.

Esta indiferencia sistemática ha echado raíces en la sociedad. Las mujeres son agredidas a plena luz del día y nadie interviene, porque simplemente piensa que no es su problema.

¿Por qué nos hemos desconectado tanto del otro? ¿Acaso pensamos que la violencia jamás nos podrá tocar a nosotros o a nuestras hermanas, madres, hijas, esposas o novias?

Estamos solas porque el Gobierno no es capaz de ejecutar acciones concretas contra la violencia de género. Indefensas porque nadie acudirá a auxiliarte si te revientan a golpes en la calle.

No necesitamos “alzar la voz”, “reaccionar”, ni ser ejemplos de valentía. Que las niñas y mujeres podamos vivir en paz y caminar tranquilas a plena luz del día (y en la noche también) es un asunto de todos. Merecemos vivir en una sociedad que se indigne, que exija justicia y no se conforme con ser tendencia un par de días. No podemos seguir contando muertes y agresiones, tampoco escuchando frases desgarradoras como las de Nicole y la madre de María Belén: “nadie me ayudó”, “nadie me responde”.