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Reflexiones

Avatar del Byron López

Es incomprensible lo que sucede porque lo ideal debería ser que todos nos unamos para buscar soluciones en lugar de ser parte de los problemas

Hoy, Primero de Mayo, se celebra el Día del Trabajador. Este es un motivo poderoso para reflexionar acerca de la realidad de nuestro país, que vive un momento de gran desasosiego, angustia y desesperación como consecuencia de la inseguridad, la proliferación de narcotráfico, la falta de trabajo, el aumento de la corrupción en todos los sectores, la inclemencia de la naturaleza, la existencia de un Poder Judicial que cada día evidencia más su desapego a la imposición de la ley para que prolifere la impunidad, de una Asamblea cuya única misión es sacar, como quiera que sea, al presidente de la República. La primera reflexión que cabe es: ¿a dónde nos lleva esta forma de actuar? Es incomprensible lo que sucede porque lo ideal debería ser que todos nos unamos para buscar soluciones en lugar de ser parte de los problemas. El juicio político al presidente no tiene base jurídica de naturaleza alguna. No es la intención de esta columna defender al primer mandatario, sino principios, instituciones, la vigencia del Estado de derecho, el cumplimiento de la Constitución y de las leyes. Intentar ir a la destitución del presidente por peculado es una barbaridad jurídica pues el peculado está tipificado en el COIP ( art. 278) como un delito por el cual el actor debe haberse apropiado o abusado, distraído o dispuesto arbitrariamente para sí o para terceros de bienes públicos que hayan estado en su poder en razón de su cargo. Una acusación de esta naturaleza no puede sustentarse en meras elucubraciones, como sucede en este caso. Por otra parte, la Constitución dice que el enjuiciamiento político implica que “no sea necesario enjuiciamiento penal previo”. Mas de manera alguna esto debe entenderse como que se debe aplicar forzadamente para que impere la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón, ya que sus autores creen confiar solo en los 92 votos. La segunda reflexión es: ¿qué clase de legisladores tenemos?, desconocedores, entre otros aspectos, de elementales principios de derecho. La tercera reflexión es que el presidente de la República, dado el momento que vivimos, está en la obligación histórica de formar un gobierno de unidad nacional, con sectores que piensen en la solución de nuestros problemas, con la mirada en el futuro del país. No le hagamos el juego al narcotráfico ni a la impunidad ni a la corrupción.