La traidora invasión de Putin a Ucrania suscitó la inmediata reacción de docenas de países que, incluso en defensa propia, la apoyamos. En esas primeras semanas Zelenski explicitó la única actitud sensata posible: que para evitar una guerra nuclear mundial quizá habría que ceder por ahora, contra toda justicia, algún territorio a Rusia. Pero intervino EE.UU., hoy en las horas más bajas de su imperio, encontrando una ocasión ideal para debilitar ‘by proxy’ a Rusia. Para ello está sacrificando sin escrúpulos al pueblo ucraniano con excusa de defenderlo. Hoy EE.UU. proporciona casi dos tercios de la ayuda que recibe Ucrania de 37 países. Esto -y sus directas presiones- ha impulsado a Zelenski a renegar de su sensata y realista posición y negarse a dialogar hasta que Rusia abandone todo su territorio, sacrificando a su propio pueblo. Aunque no se llegue a una guerra nuclear, y al final consiga recobrar todo su territorio, perecerán muchos más ucranianos y muchos millones de personas, y sufriremos penurias -que ya se dejan sentir- miles de millones más. Eso sí, muy pocos de EE. UU., a quienes su gobierno acaba de ordenar salir ya del país. La única solución sensata es denunciar los hechos y conseguir que EE.UU. limite ese exceso de ayuda a Ucrania y renuncie a provocaciones tan insensatas como las que está haciendo, y convencer a Zelenski de volver a su juiciosa posición anterior, tarea en que deben intervenir los países que le estamos dando armas para la paz, que EE. UU. está convirtiendo en instrumentos de una mil veces peor tercera guerra mundial, provocando a China con la excusa de defender a Taiwán.

Dr. Martín Sagrera C.