Cartas de lectores | Sobre la insulina
Y lo más alarmante es que la insulina no es el único medicamento ausente
He leído su nota sobre el desabastecimiento de insulina en el sistema de salud pública, y quiero destacar que el problema es aún más grave de lo que se reporta.
Las farmacias privadas tampoco tienen el medicamento.
Es decir, ni el paciente de escasos recursos, ni aquel que sí puede pagarla, pueden acceder al fármaco que, para un diabético tipo 1, marca la diferencia entre la vida, el deterioro, el estado de coma o la muerte.
La única alternativa que existe es recurrir a contactos en Colombia para traer insulina, como si se tratara de un producto de contrabando.
Es inaceptable que la vida de miles de ecuatorianos, pobres o ricos, dependa de una cadena informal por fuera de la legalidad.
Y lo más alarmante es que la insulina no es el único medicamento ausente.
Arava, fundamental para quienes padecen artritis reumatoidea, y Cauquenor, indispensable para el manejo de Alzheimer, entre otros de los que me he enterado, también brillan por su ausencia en las farmacias privadas.
Dejo sobre la mesa esta pregunta que urge responder: ¿tienen las farmacias privadas alguna obligación regulatoria de mantener inventarios mínimos de medicamentos críticos para conservar sus licencias de operación?
Si no la tienen, llegó la hora de activarla porque ningún sistema de salud, público o privado, puede funcionar con actores sin obligaciones claras en la cadena de suministro, especialmente cuando se trata de fármacos que sostienen la vida cotidiana de miles de personas.
La situación no se limita a la responsabilidad del Gobierno desde su ámbito de acción, se extiende también al sistema privado, y esto dice mucho sobre el deterioro ético que existe en nuestra sociedad.
Caridad Vela