Señor presidente, no sea indolente

¿Es mucho pedir? Nos sobran militares en los cuarteles. ¡No sea indolente!

¡Hoy me tocó a mí! Fui víctima de un asalto. Conducía desde mi oficina a mi domicilio. Al bajar el paso a desnivel que viene desde el Mall del Sol hacia la Av. de Las Américas a eso de las 5:30 p. m., que hay mucho tráfico, fui interceptado por dos delincuentes. Uno me apuntó con su arma delante del vehículo mientras el otro trataba de romper mi ventana. Se me pasaron miles de ideas por la cabeza, entre ellas la de acelerar y arrollar al miserable ladrón y si era posible aplastarlo contra el vehículo enfrente mío. Seguramente me hubiese desgraciado la vida, porque en este país a esta gentuza la protege todo el mundo, comenzando por los que pregonan los derechos humanos de esta caterva.

Señor presidente, tengo rabia y desconsuelo por la manera en que usted con su gobierno ha abandonado a los guayaquileños. ¡Sí, por supuesto que voté por usted! Usted era la única opción que teníamos. ¿Pero qué ha hecho por proteger a Guayaquil? Su motivante discurso de hace unos días pregonando sus logros macroeconómicos y lo que supuestamente va a hacer, no sirve de absolutamente nada si continúan a diario asaltándonos o matándonos. Hoy tuve suerte porque no me dispararon, pese a que forcejeé para que no me arrebataran una cadena que tiene un alto valor sentimental. Sé que fui imprudente, pero en esos momentos las reacciones que tenemos son impredecibles. Usted no sabe lo que es sentir que puede morir en segundos. A usted y su familia los cuidan sus guardaespaldas, así como a sus funcionarios. A los ecuatorianos y en particular a nosotros los guayaquileños no nos cuida nadie. Señor presidente, para protegernos no es necesario ir a Israel ni esperar que sus superplanes de seguridad funcionen algún día. No nos cuentee con eso de que la violencia se ha desatado porque las mafias están sintiendo al Estado que los está atacando. Sí, claro, esa violencia extraña al Ecuador está sucediendo entre las mafias por los motivos que sean, pero los que nos asaltan en calles, restaurantes y domicilios son rateros, delincuentes, escoria de la sociedad que están a sus anchas porque nadie les hace nada. Señor presidente, consulte con sus grandes asesores de inteligencia y pregúnteles cuántos focos de peligro tiene la ciudad, que no tan solo son aquellos en donde usted declaró estado de excepción, sino muchos lugares de Guayaquil. Acuérdese de la Av. Plaza Dañín, Las Américas, Benjamín Carrión, Quito, Machala, etc. ¿Serán 1.000 en toda la ciudad? Tal vez. No le parece que asignar una patrulla de 5 militares en cada uno, ¿con 5.000 militares, nos comienza a proteger? No me diga que tal ley se lo prohíbe. ¡Ya tiene un año de gobierno! ¿Hasta cuándo? ¿Es mucho pedir? Nos sobran militares en los cuarteles. ¡No sea indolente!

Luigi Fossati