¿Cómo que aquí no pasa nada? Sí pasa, y mucho

Para Guayaquil las próximas elecciones serán una inmensa oportunidad para cambiar el rumbo de nuestra maltratada ciudad.

A los ojos de todos, Guayaquil de mis amores se ha ido convirtiendo en una ciudad invivible para propios y extraños. Eso es imposible de disimular o negar.

Sobreviviendo entonces a esta tormenta perfecta, la que nace en parte de la dolorosa situación económica y social de la gran mayoría de su población. Lo que a su vez contrasta con el más insultante derroche de quienes, con plata bien habida y de la otra, han convertido en pasarela a la ciudad, y no les importa absolutamente nada la dura realidad de esa gran mayoría, invivible a sus ojos. Es allí donde se produce la carne de cañón para las bandas delincuenciales y criminales.

Y como ha pasado siempre, los guayaquileños no tenemos a quién acudir para que nos protejan ante la insoportable inseguridad que vivimos. Menos ante los desplantes de la alcaldesa, que no ejerce como tal, aduciendo que no es su competencia la seguridad. Por ello, clamamos ante un gobierno frágil y dubitativo para que actúe enérgicamente contra esta escoria que nos mata y atormenta. Y aquí no pasa nada...

Por estas razones, y por otras, para Guayaquil las próximas elecciones serán una inmensa oportunidad para cambiar el rumbo de nuestra maltratada ciudad. Ojalá, Dios quiera no la dejemos pasar, ¡una vez más!

Eco. Mario Vargas Ochoa