La ONU debe sancionar a los países que ocasionaron la pandemia

No exigir pagos de servicios básicos a sabiendas de que hay desempleo y fomentar el trabajo, que induce a la reducción de la pobreza, el desarrollo social y el crecimiento económico

La declaración de una guerra es formal mediante un documento que proviene de un Estado hacia otro, donde el primero declara el inicio de hostilidades, siempre y cuando exista un Estado árbitro, testigo o mediador. Históricamente, muchas veces se han iniciado guerras sin previo aviso. Como es este caso concreto de crear devastación humana a nivel internacional por superpotencias que desean mantener su hegemonía en el comercio mundial, yéndose en contra de la convención de La Haya de 1899 y de la ONU para temas sanitarios o de salud, donde se ordena: “Reunirse anualmente en sesiones ordinarias y cada vez que las circunstancias lo exijan”. La pandemia COVID-19 se desarrolló y expandió en todas las latitudes del planeta y no se ha reunido la ONU, peor la OEA, para estudiar, analizar, dirimir y castigar a los países que cometieron este latrocinio universal con una pandemia creada entre pipetas y probetas. La guerra biológica es un acto hostil que ha malogrado la convivencia armónica. Se necesita que los gobiernos reclamen ante organismos internacionales la barbarie ocasionada. La vía diplomática no ha resuelto este conflicto, se debe pedir castigo. Los buenos países asignarían el 20 % de su presupuesto para solventar los servicios sociales básicos de los países menos favorecidos que soliciten vacunarse, y dotarlos de alimentos, agua, alcohol, tapabocas, jabón gratuitamente. No exigir pagos de servicios básicos a sabiendas de que hay desempleo y fomentar el trabajo, que induce a la reducción de la pobreza, el desarrollo social y el crecimiento económico.

José Arrobo Reyes