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Migración exasperada

El mayor escándalo mediático: el derroche por almuerzos y viáticos de la clase política mientras se acumulan imágenes de asesinatos y se expande la violencia en la vía pública por la delincuencia. Poco sobre el ejercicio del poder para detener la demencial corrupción heredada. Y nada sobre planes contra el desempleo, como la ansiada reducción de tasas de interés en los bancos. Aumentar impuestos a quienes ganan más de $ 2.083 al mes para pagar la factura de la pandemia es un pequeño trozo de una monumental catedral. Acreedores, inversionistas, prestamistas y hasta vendedores de armas esperan que se concrete la reactivación económica, caiga el gasto fiscal, desaparezcan impuestos y renazca la generación de empleo, en un país donde la gente prefiere pagar $ 20 mil a coyoteros y traficantes de personas para migrar a EE. UU. y Europa en vez de concebir el emprendimiento y microempresa como flotador del abismal naufragio financiero. Son inaceptables las decisiones del Gobierno, que no se ajustan a los ofrecimientos de campaña; optan por el abandono a los intereses del pueblo llano. Ejemplo: esa parcial propuesta de reforma a la educación superior, hoy termómetro de contradicciones. Un Senescyt que no desapareció y recicló los mismos burócratas, con rectores corruptos del correato. Universidades que no logran articularse a un sistema de educación global y necesidades empresariales pese al clamor de autonomía y libertad. Muy poco sobre gratuidad, calidad y eficiencia que obliga a la juventud a una migración exasperada, sin marcha atrás.