¿Dragado del río Guayas?

El dragado del río Guayas, y concretamente, el de los alrededores del islote El Palmar, cuya competencia tiene la Prefectura del Guayas, parece el Cuento del Gallo Pelón. En reiteradas ocasiones se ha malogrado su realización; habrá más de una explicación, ninguna técnica. Lo que se quiere realizar fue propuesto por primera vez en 2001 en el marco de la Cedege; luego, en 2003 se contrató al Cuerpo de Ingenieros de EE. UU., Usace para ratificarlo y, posteriormente, se ha seguido gastando recursos en estudios que no han aportado nada. Inicialmente se satanizó el nacimiento del islote, cuando en realidad se trata de un evento natural, acelerado por razones antrópicas, al igual que en su momento nacieron muchas islas alrededor de Guayaquil, como Santay y Mocolí. En un país donde la academia tiene un rol importante, esto hubiera formado parte de un laboratorio natural al servicio de estudiantes y profesionales interesados en hidráulica de ríos. Desde hace unas semanas hemos observado con mucha preocupación y sorpresa que la Prefectura del Guayas distorsiona la razón de ser del dragado alrededor de El Palmar y la disposición final de los sedimentos en Durán. Expone de manera errónea beneficios colaterales como mitigar inundaciones, evitar pérdidas de cultivos, garantizar flujo de alimentos del campo a la ciudad, recuperar la navegabilidad del Guayas y contrarrestar el cambio climático, imposibles de ser sustentados desde el punto de vista técnico. En nuestro país, en particular en entidades regionales y seccionales, las obras vinculadas al agua usualmente no tienen futuro por ser parte de situaciones mediáticas en ámbito político. Luego, cuando estás fracasan al desplazar el aspecto técnico, sobran los pretextos. Se espera que la promoción mediática no rebase los más elementales conceptos técnicos involucrados alrededor de esta necesidad postergada, primero por el Gobierno Central y luego, desde 2012, por las diferentes administraciones de la Prefectura del Guayas.

Jacinto Rivero Solórzano