Cosas de hombres no son imprudencias

Cuando muchos lo hagan, habremos evolucionado como sociedad.

El nuevo año ofrece 365 días de éxito, panorama alentador para cada día al iniciarlo con excelente predisposición y sobre todo acompañados de la bendición de Dios, la cual está presente en diversas formas aunque no escuches “aquí estoy”. Si el nuevo año es camino de oportunidades, ¿por qué negarse a transitarlo y vivir en el pasado, sufrir, pese a ser advertidos? La noche del 1 de enero fui a alimentar a mis gatiahijados y vi a dos hermanos, un adolescente y un niño aproximadamente de ocho años lanzando camaretas. El mayor le enseñaba cómo encenderlas y le decía: “aprende cosas de hombres para que no te quiebres, finito”. El niño con temor las lanzaba. Al verlos recordé los avisos de prevención transmitidos en los medios sobre el manejo de la pirotecnia y me pregunté: ¿por qué no entendieron el mensaje? Las clases virtuales en la pandemia de COVID-19 registraron problemas de comprensión lectora en el alumnado, pero este caso muestra que también existiría problema en la “escucha atenta”, arista ignorada que valdría la pena que las autoridades respectivas también chequeen; si no, ¿cuál es la razón de incursionar en peligro innecesario donde la tragedia marcará sus vidas para siempre? ¿O acaso, la necedad somete a la sensatez? Todos podemos olvidar el pasado y extendernos hacia adelante (Filipenses 3:13-14). Cuando muchos lo hagan, habremos evolucionado como sociedad.

Ec. Marysol del Castillo