Confiar en el Padre

Dios no pierde batallas. Pero necesita que le ayudemos a ganarlas confiando en él. ​

Con las manos juntas, y de rodillas; con los brazos cruzados, y sentados; caminando por la calle; yendo al trabajo o regresando a la casa, sea en nuestro auto o en un bus, o en cualquier transporte. En la capilla y ante un sagrario. Se puede rezar en todo momento y a toda hora. Para hablar con Dios no hay que sacar una cita, o aguardar a que nos toque el turno. Él está siempre esperándonos. Como el padre del hijo pródigo. La oración es un arma poderosa. Frente a los grandes o pequeños problemas que la vida nos plantea, no hay que desesperarse pensando en que no encontraremos soluciones. Dios no pierde batallas. Pero necesita que le ayudemos a ganarlas confiando en él.

Mario Monteverde Rodríguez