Cartas de lectores

¡Compadres: estamos viejos!

Los jueves, todas las semanas, un grupo de adultos mayores se reúne bajo los árboles en una conocida plaza de la ciudad

Los jueves, todas las semanas, un grupo de adultos mayores se reúne bajo los árboles en una conocida plaza de la ciudad. Cada uno llega por sus propios medios llevando a cuestas su carga de años, desazones y mucho aburrimiento. Llegan de manera rutinaria, cuasi religiosa. Raramente de manera impuntual, se concentran en aquel lugar que, sin acuerdo previo, han elegido para expresar recuerdos, achaques, esperanzas y anhelos de no se sabe qué, si lo único seguro será el irse pronto desgranando del grupo, caer en el olvido. Ese espacio lo ocupará cualquiera otro de esos miles de aspirantes a la tercera edad que deambulan lejos de sus lugares de labores, huyendo de sus familiares porque ahí ya hostigan y hasta apestan. Conocen que si a los 40 años no había trabajo, en la senectud es imposible. Aunque parecieran similares, cada grupo tiene su dinámica particular. Depende de la edad o de la suma del cónclave, el tipo de formación, las relaciones con sus familiares cercanos y, básicamente, del estado de salud de sus integrantes. El nivel económico no cuenta; los ricachos no se juntan con ellos y son albergados en asilos de acuerdo al dinero que lograron reunir, pensión jubilatoria o capacidad de algún descendiente que tampoco lo retiene en su hogar porque es como un mueble destartalado que no calza en la moderna decoración.

Ricardo López González