Cartas de lectores | Tomás, el incrédulo

Quienes hablan mal de alguien probablemente es porque no tienen nada bueno que decir de ellos mismos.

Un hombre incrédulo es aquella persona que no cree lo que se le comunica, aun sabiendo que viene de fuentes fidedignas y de buena reputación. No cree con facilidad, le entra ceguera emocional. Ej.: detuvieron a una banda de delincuencia organizada formada por una expresidenta de la Corte, y varios jueces también; aunque sea información pública y notoria, no cree en su veracidad. El espíritu de la incredulidad es el cemento que endurece un corazón para no creer en algo o en alguien. Hay personas incrédulas que se fían más de un mentiroso compulsivo, que con cinismo y una llamada telefónica lo despierta con facilidad, hasta convencer al incrédulo. Un hombre con falacia es aquel que aunque con pruebas contundentes se le demuestre algo, mantiene la negación. Sus mentiras son una estafa emocional; manipuladores con daños a terceros. Un hombre mentiroso es protagonista de sus propias historias cínicas, con baja autoestima y falta de admiración. Quienes hablan mal de alguien probablemente es porque no tienen nada bueno que decir de ellos mismos.

Javier Valarezo Serrano