Cartas de lectores | La extorsión en las zonas vulnerables de Ecuador
No importa si eres alguien con dinero o de escasos recursos, la violencia tiene precio
En el Ecuador que amamos una sombra oscura se cierne sobre las comunidades más humildes, personas que luchan cada día por llevar pan a sus mesas, que trabajan duro para ganarse la vida con honestidad; ahora viven bajo una amenaza que quiebra sus esperanzas y su paz. No hablamos de grandes empresarios ni de quienes poseen fortunas, sino de los más vulnerables, hombres y mujeres que con el sudor de su frente apenas logran sostener a sus familias. La extorsión, cáncer social conocido como ‘vacuna’, ha llegado hasta ellos. No importa si eres alguien con dinero o de escasos recursos, la violencia tiene precio y quien no paga ese precio paga con su vida o con la seguridad de sus hijos. Una madre que limpia casas, un padre que vende en las calles, un joven que busca un futuro mejor; todos están atrapados en un sistema donde la ley del más fuerte es la única que parece imperar. Este problema no es solo una estadística, es una herida abierta en el corazón de nuestra sociedad; el reflejo de un país que necesita cambiar, ser más justo, más seguro y más humano. No podemos permitir que la extorsión y la violencia sean el pan de cada día en los barrios más necesitados. No podemos ser indiferentes cuando la vida de nuestros hermanos está en juego. Estamos a puertas de una campaña electoral y es momento de exigir a políticos y autoridades que tomen acciones concretas para detener esta plaga que está destruyendo al país desde adentro. No podemos seguir callados mientras las personas más pobres son extorsionadas hasta el último centavo que tienen. Es hora de que las promesas electorales se conviertan en realidades, de que la seguridad sea un derecho y no un lujo, de que las voces de los humildes sean escuchadas. Hagamos que este clamor llegue a todos los rincones de Ecuador. Luchamos no solo por quienes tienen más, sino por quienes tienen menos, quienes lo han dado todo y hoy están perdiendo la paz en sus hogares. Es momento de actuar, de defender la vida y la dignidad de cada ecuatoriano, sin importar su condición social. En un país justo nadie debería vivir con miedo, nadie debería pagar para sobrevivir.
Elías Faour