Cartas de lectores | ¡A estudiar aritmética!
La política y la manipulación de algunas instituciones exigen el uso de argumentaciones y piruetas semánticas para justificar
A propósito de la última consulta, y los ridículos pronunciamientos de algunos sectores políticos, es preciso recordar que en un alto organismo judicial no hace mucho se produjo un acto muy similar a esos atropellos a las matemáticas y a la lógica. La política y la manipulación de algunas instituciones exigen el uso de argumentaciones y piruetas semánticas para justificar algunos actos, pero este uso jamás debe ir contra la más elemental lógica; debe ser un manejo que no insulte la inteligencia del pueblo, como a menudo ocurre en nuestro país, como pretender que en una institución de justicia conformada por cinco personas se quiera imponer que dos hacen mayoría. Lo mismo ocurre cuando una organización política que abogó en la consulta por “once veces no” a la luz de los resultados en que solo obtuvieron el no en dos preguntas, alardeen con desparpajo de que fue un triunfo pues esas dos preguntas eran las que más interesaban al presidente. Supuestamente, el líder de esa agrupación política estudió economía, obtuvo títulos de posgrado en esa materia, varios doctorados ‘honoris causa’, bagaje que no le sirvió para ser el primero en salir a alardear de triunfalismo con los resultados mencionados.
Cuando un político o un personero judicial es honestamente sagaz, busca recursos inteligentes para justificar o defender su posición, apegados a lógica y a la ley. Los que recurren a argumentos infantiles, contrarios a la lógica, se creen prevalidos de una superioridad que es de papel, que no soporta el más leve análisis lógico y que evidencia su verdadero nivel intelectual.
El burlarse de la aritmética elemental demuestra un estado de sinvergüencería extremo. No se diga de los corifeos que secundan estos pronunciamientos malhadados, algunos de ellos aspirantes a las máximas magistraturas del Ecuador.
El respeto a la dignidad otorgada por el favor popular o colegiado es signo de altura, de nobleza, y exige sabiduría, equilibrio, poder de orientación a la ciudadanía. El anteponer intereses personales o de grupo al ostentar un cargo de elección popular o de elección de un grupo colegiado es propio de truhanes.
José M. Jalil Haas