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Imagen JULIA NAVARRO RETRATO
Figura. La escrita Julia Navarro dedicó más de 35 años al periodismo. Adrián Peñaherrera

El choque inevitable entre dos extremos

La escritora Julia Navarro lanza ‘De ninguna parte’, una emotiva novela sobre la migración, la violencia y la integración cultural

“En la periferia de París vemos chicos desesperados, que expresan con violencia su ira y su frustración. ¿Qué les lleva a eso, a ese desarraigo? Es la pregunta que hay que hacerse. No es que se hayan vuelto locos. Han sido educados en unos principios opuestos a los de la sociedad donde viven. A cualquiera le pasaría. La integración en Europa no está bien resuelta”, reflexiona la escritora Julia Navarro con respecto a su nueva novela.

Para la autora española, quien laboró como periodista durante más de treinta años, esta no es una reflexión nueva, sino una que se ve cada vez más necesaria frente a las realidades que vive el mundo, especialmente Europa.

BiografíaNació en 1953. Dedicó más de 35 años de su vida al periodismo, principalmente a los temas políticos, hasta que en 2004 escribió su primer libro ‘La hermandad de la sábana santa’, que se convirtió en best seller. Ha publicado ‘La Biblia de barro’ y ‘Tú no matarás’.

Decidió ahondar en este tema desde la mirada de dos jóvenes, Abir Nasr y Jacob Baduin, en ‘De ninguna parte’, obra publicada recientemente y que se ha convertido en un éxito en ventas tanto en España como en la región.

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“En esta novela, como en las anteriores, intento hacer un viaje sobre la condición humana. A mí es lo que me interesa, los claroscuros que todos llevamos dentro”, explicó en una entrevista Navarro. “Son asuntos que ocupan a diario los periódicos, los informativos. Lo que abordo son tres problemas de nuestro tiempo y de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Lo que hago es invitar a los lectores a una reflexión en una novela de acción”.

El libro empieza con Abir, un adolescente que presencia, impotente, el asesinato de su familia durante una misión del ejército israelí en el sur de Líbano. En estado de shock, terror y tristeza, jura ante los cadáveres de su madre y hermana que perseguirá a los culpables durante el resto de su vida.

Pero la realidad no es tan simple, pues tras la tragedia, Abir es enviado a Francia, a vivir con sus tíos, donde no solo deberá recuperarse de la insondable tristeza de la pérdida, sino que deberá enfrentarse a dos mundos: el de su religioso núcleo familiar y el de la liberalidad francesa, donde todo está permitido.

Puedes poner todos los muros que quieras, los pasaportes que quieras, pero el hombre cuando tiene que huir de la miseria y de la violencia lo va a hacer. Nadie se tira en una patera al mar Mediterráneo si no es porque tiene una necesidad realmente dramática

Julia Navarro, escritora

En el proceso, dos mujeres marcan su camino: Noura, su rebelde prima, que se opone a la autoridad de su padre y a las costumbres religiosas de su tierra ancestral, y Marion, su amor prohibido.

La historia de Abir está intercalada con la de Jacob, un soldado israelí, de origen francés, quien participó en el bombardeo que mató a la familia de Abir. Se trata, de un caldo de cultivo inesperado, donde el lector se sorprende a cada capítulo, y a la vez, reflexiona sobre las dificultades de la integración de dos mundos y, por qué no, de la colonización cultural.

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Así también lo asume Navarro. “Siempre digo que hago novelas de acción para la reflexión. Hay que considerar que los problemas de la sociedad actual pasan por algo; las cosas no pasan porque sí, sino que tienen una raíz. En este sentido, me interesa viajar a los claroscuros de los personajes. En este caso, mi historia se ha escapado de las páginas de los periódicos. En Occidente ya hace varias décadas que llevamos sufriendo el terrorismo, es una realidad que está ahí, y sobre la que quería reflexionar”.

Añade, que también Europa lleva culpa en el proceso, por la forma en la que se ha manejado la migración de países en guerra, como Afganistán.

“La Unión Europea no está sabiendo gestionar la inmigración. Me parece escandaloso que en el corazón de Europa haya campos de refugiados. Tiene que haber políticas concretas para que esa integración sea lo mejor posible. No se trata de que lleguen a nuestras costas y luego los metamos en un campo”, comentó.