Los vecinos de La Floresta 1, sur de la ciudad, viven en constante zozobra, porque los delincuentes se han tomado la zona y no hay nadie que vele por la seguridad y tranquilidad de la comunidad.

“Ellos roban en las casas y asaltan en las calles. Si uno se resiste corre el riesgo de ser asesinado”, menciona Antonio Santos, propietario de una despensa ubicada en la manzana 14, quien la semana pasada fue atacado por dos delincuentes que ingresaron a su local, donde lo golpearon y le provocaron varias heridas con un cuchillo.

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“Aquí vienen con revólver y encañonan a las personas para llevarse lo que uno tiene”, dice Sandra Espinoza, otra residente del sector, quien ha colocado cadenas y candados en la puerta de su casa, para evitar que los delincuentes ingresen.

El temor está latente por los casos de sicariato que se han producido este año. “Ya hemos perdido la cuenta de las personas que han sido acribilladas en las veredas y calles. Ya estamos cansados de esto. Uno no puede sacar ni a jugar a los hijos a los parques, porque allí proliferan sujetos vendiendo droga y otros consumiéndola”, lamenta un padre de familia que reconoce que le da miedo denunciar ante las autoridades lo que pasa, porque los delincuentes se las ingenian para saber quiénes los han delatado.

El miedo a la inseguridad se ve reflejado en las grandes puertas de fierro que los habitantes han colocado en casi todas las vías peatonales. “La delincuencia nos ha obligado a vivir tras las rejas, mientras los ladrones se pasean libres por las calles”, señala indignada Aracely Medina, residente desde hace 30 años de la ciudadela, quien espera que la tranquilidad vuelva al sector.

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