Guayaquil

El primer 31 que el fuego no amputa

El toque de queda y prohibir quemar monigotes deja algo positivo en Guayaquil, los niños no perdieron un dedo o mano por la pirotecnia

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El capitán Hans Huerta, subcoordinador de Prevención de Incendios, del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, en el cuartel de la avenida de Las Américas. Agencia (ag-extra)Christian Vinueza

El 31 de diciembre de 2020 fue diferente. En Guayaquil, por primera vez en años, los niños no perdieron un dedo o una mano por quemarse al manipular pirotecnia. Lo que ha sido catalogado por la ciudadanía como uno de los resultados positivos que dejó la prohibición del COE nacional en esos días, respecto a que no quemen los monigotes.

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“Tuvimos una guardia sin niños quemados en el hospital Roberto Gilbert y eso lo agradecemos, no por el trabajo que implica en un día de fiesta; sino porque por lo general los pequeños pierden un miembro de su cuerpo y ello genera una afectación emocional”, relata a EXPRESO Ana Soria, coordinadora de la Unidad de Quemados del hospital de niños Roberto Gilbert.

Analizando las cifras de 10 años, es la primera vez que no hay quemados en el Gilbert por la fiesta de fin de año. El año con más casos fue en el 2012, cuando se atendieron a 38 niños afectados por los fuegos artificiales.

El logro es celebrado por diferentes trabajadores de la salud y las familias. Para el paramédico del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Pedro Ramón Chévez, en sus 22 años de servicio en la entidad es la primera vez que en un diciembre no tuvo que auxiliar a un niño porque una camareta le explotó en la mano. “En años anteriores era común atender menores en estas circunstancias. Atendía de 15 a 20 emergencias, en diciembre pasado no hubo alertas”, cuenta Chévez.

En el hospital Abel Gilbert Pontón tampoco se registraron incidentes, según la Coordinación Zonal 8 del Ministerio de Salud. La entidad indica que el hospital del Niño Dr. Francisco de Icaza Bustamante registró 2 niños quemados por pirotecnia. Sin embargo, “fueron quemaduras leves, sin riesgos”, indica a este Diario el doctor Giovanni Narváez, director asistencial del hospital del Niño Dr. Francisco de Icaza Bustamante.

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Salud acota que en enero de 2021 el Francisco Icaza ha atendido a tres niños más. Pero, en la entrevista con este Diario, Narváez refiere que han atendido más casos por quemadura con vapor o con agua caliente, que de pirotecnia; porque las familias tratan de hacer vaporización por el coronavirus.

Tanto Soria como Narváez destacan que las medidas del toque de queda y de prohibir la quemada de monigotes benefició a los niños, pese a que no todos los ciudadanos fueron obedientes a la disposición. Pero resaltan que con tan solo reducir el número de personas que prendieron fuego al año viejo ya hubo logros que no se habían alcanzado, pese a las campañas que se hacen para que no se manipule la pirotecnia en casa.

En 22 años de trabajo es una alegría que en diciembre de 2020 no vi sufrir ni llorar a un niño por quemaduras por pirotecnia.

Pedro Ramón Chévez

Paramédico del Cuerpo de los Bomberos de Guayaquil

Al sumar los casos de quemados, solo de diciembre de 2020 atendidos por la Junta de Beneficencia y del Ministerio de Salud la reducción es de cerca de un 90 % en relación al 2019 y cero amputaciones por quemaduras. ¿Estos resultados positivos dejarán una memoria social que ayude a que se repita el bienestar de tener una fiesta de fin de año sin la tristeza de que un niño pierda un dedo o una mano por jugar con pirotecnia?

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Dos especialistas analizan el comportamiento de la ciudadanía, pero antes uno de ellos relata el susto que pasó cuando su hijo, hace años, se quemó la mano un 31 de diciembre.

“Mi hijo en ese entonces tenía 10 años de edad. Por regla en casa no compramos fuegos artificiales y en un descuido se va a jugar con un vecino que quemaba camaretas. Ese día todos nos fuimos al hospital, gracias a Dios no perdió la mano. En carne propia sé la angustia que se vive, por eso me parece un logro que se redujo significativamente el número de niños quemados”, cuenta el psicólogo Daniel Uyaguari.

El 31 de diciembre hasta el 6 de enero, en el Roberto Gilbert tuvimos cero casos de quemados.

Ana Soria

Coordinadora de la Unidad de Quemados, en hospital Roberto Gilbert

“La reducción que hoy hemos visto nos debe ayudar a reflexionar y a dar un giro a la tradición. Es la oportunidad para que las autoridades desanimen el rito de quemar monigotes, que solo provocan contaminación y niños quemados”, manifiesta.

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Dado que el hábito es el que mantiene a la tradición, los psicólogos Uyaguari y Carlos Tutivén no creen, aunque quisieran, que en el 2021 se repita este logro.

“Hay que reconocer que estamos en otro contexto en el ritual de quemar muñecos y usar todo tipo de fuegos artificiales. Y es la nueva coyuntura la que ha hecho que algunos ciudadanos decidan postergar el ritual, sin que ello implique que en el 2021 no van a hacerlo”, agrega Tutivén.

Sin embargo, este paréntesis sirvió para que los niños no se quemen, ya depende de cada ciudadano si transforma este logro en una memoria social que impulse a no usar la pirotecnia en casa y dejar eso solo para expertos en áreas abiertas.

Tutivén señala que hizo un sondeo en diciembre de 2020 y las personas que no quemaron el año viejo lo extrañaron y lo tomaron como: “¡Ahora no lo hago, pero el próximo sí!”. Por eso concluye que no se ha renunciado al hábito que mantiene el rito.

El ritoEn 1895 los habitantes de Guayaquil quemaron la ropa de los fallecidos de la fiebre amarilla. Después de ello quedó como costumbre para ahuyentar la peste y dejar atrás lo malo.

Pero hay un nuevo factor que se introduce: los jóvenes que tienen otro paradigma social, que luchan en causas como cuidar la ecología y las especies.

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Tutivén destaca que son ellos quienes pueden cambiar la práctica. La costumbre y la práctica en los rituales son más fuertes por el hábito, reitera.

Según los psicólogos, si fuera solo por la reflexión se hubiera logrado cero amputaciones antes de que la circunstancia de la pandemia lo genere en diciembre de 2020. Es la pandemia que encerró a muchos. “La COVID-19 obligó a estar en casa. En 40 años, de ser uno de los líderes en el Guasmo, no escuché ambulancias ni tuve el susto de que el hijo de un vecino se había quemado”, dice Nicolás Jiménez, presidente de la Federación de Barrios de Guayaquil. Plantea que el problema no es dejar ver luces en el cielo; porque eso da ánimo, fortaleza y esperanza. Son los niños que no deben jugar con pirotecnia.

El sociólogo Andrés Martínez también indica que se debe regular el uso del fuego artificial, así como se hizo con los juegos con agua en carnaval en la urbe. Ahora la meta es poner los colores en el cielo de Guayaquil, sin que los niños se quemen.

bomberos almorzando
Los bomberos replican la tranquilidad con la que cenaron el 24 y 31 de diciembre de 2020, sin la emergencia de niños amputados por la explotación de las camaretas.Amelia Andrade

LOS BOMBEROS

  • “Hubo menos incendios y menos mascotas asustadas”

Hasta los bomberos se alegraron de que por las medidas del toque de queda existieron menos incendios y menos mascotas asustadas por la pirotecnia.

“En diciembre del 2019 tuvimos que atender 404 incendios en Guayaquil, en diciembre de 2020 fueron 292. Es decir, que tuvimos 112 incendios menos”, dijo a Diario EXPRESO el capitán Hans Huerta, subcoordinador de Prevención de Incendios.

Huerta resaltó que es un logro que los incendios bajaran, pese a que no todos los ciudadanos obedecieron la orden de no quemar monigotes el 31 de diciembre.

Sin embargo, sí fue un beneficio que a las 22:00 no hubo personas circulando y eso ayudó a que también bajen las emergencias prehospitalarias, como puede ser un accidente de tránsito. De estas, en 2019 durante todo diciembre se dieron 2.365, mientras que en diciembre de 2020 fueron 1.987.

Huerta resaltó que no solo los fuegos artificiales pueden provocar un incendio, también los globos del deseo que se prenden, al caer en pasto seco o ingresar por una ventana y encendiera la cortina.

“Hasta las mascotas salieron beneficiadas, porque el ruido de las explosiones de los fuegos artificiales los asusta, dado que la percepción del sonido lo tienen más desarrollado. Ese susto en el 2019 hizo que 70 se perdieran. Este año aún no tenemos las cifras, pero debe ser menos. Aquí está la lección, hay que meditar y planificar que en el 2021 sin toque de queda los incidentes sigan bajando. Aunque por la campaña de prevención hay menos accidentes, pero este año fue el récord en la reducción”, dijo Huerta.