Viviana Cordero, cineasta ecuatoriana
Viviana junto a su hijo Tiag, disfruta la nueva aventura de vivir en PortugalCortesía Nadia Acevedo

Viviana Cordero: Empezar de nuevo

¿Quién lo dejaría todo para cumplir un sueño de vida? La artista lo hizo y cuenta en SEMANA la gran aventura.

La dramaturga, cineasta y escritora se encuentra en pleno proceso creativo. Metafórica y literalmente. Pero esta vez es ella el personaje central de esta nueva obra que ha significado un ‘volver a empezar’ desde cero para cumplir un gran anhelo: mudarse a Portugal dejando atrás una carrera y vida consolidadas. Vendió todo lo que tenía en Ecuador y se armó de valor para no mirar atrás y continuar firme en su propósito. Y junto a ella Tiag, su último hijo, ahora de 17 años, que resultó el mejor compañero de ruta en esta travesía que los sacó totalmente de su zona de confort.

Segundo hogar

A los cinco años su padre le preguntó si quería ir a vivir a Londres. No sabía qué era eso, pero la semilla de los viajes ya estaba plantada. Londres no se dio, pero fue a los 16 cuando la familia se trasladó a París por un lapso de siete años. Al volver al país Viviana solo pensaba en Europa. Pasó el tiempo y al dejar a su hija Nadia en la universidad, fue cuando se preguntó: “¿Y por qué no?”. Lo pensó mucho y Portugal le permitía soñar con esa posibilidad por el tipo de visa que ofrecía: “Me sonaba a magia, a un portal que se abría. Recordaba que con mi madre habíamos recorrido 10 años atrás Portugal en busca de los fados que amábamos. Antes de la mudanza hicimos con Tiag un viaje corto para investigar y conocer Lisboa. De pronto, nos encontramos con el Tajo, inmenso, imponente, maravilloso. Entonces supe que ese sería nuestro segundo hogar”.


Soy una nueva Viviana que ha vuelto a renacer, que ha rejuvenecido en todo sentido y que vive un presente muy bendecido.

¡A empacar!

Antes de viajar, la artista atravesó toda suerte de bemoles. Se le cruzó el confinamiento por la COVID-19. Despertaba exaltada a las tres de la mañana y en el día se encerraba en el baño temblando. “El Consulado y todo se cerró, pero logramos salir en noviembre, aunque el plan era (hacerlo) tres meses antes. ¡Me fui muerta de miedo! Las fronteras estaban bloqueadas y sabía que, una vez en Portugal, no podría salir tal vez en mucho tiempo”.

Decidir qué llevar y qué dejar fue otro capítulo difícil, pues resultó un trabajo de limpieza y desapego fuerte. No logró desprenderse de su colección de 1.500 libros y piezas con valor sentimental, lo que llegó a Portugal meses después, en un contenedor. “Hasta ahora no puedo creer todo lo que hice sola, tratando de dar ánimos a Tiag y muchas veces temblando del miedo”.

Lo que quedó en Ecuador

“Me hice la pregunta muchas veces: ‘¿Dejaría el teatro y el cine, que son mi pasión?’. Y la respuesta fue sí. Estaba preparada. Siento que hice muchas cosas en Ecuador, pero la vida es corta y el mundo, en cambio, es grande. Siempre tuve alma de viajera y de gitana y quiero seguir recorriéndolo. Mi hijo sabe que cuando él se vaya a la universidad, yo seguiré descubriendo nuevos horizontes. Soy una nueva Viviana que ha vuelto a renacer, que ha rejuvenecido en todo sentido y que vive un presente muy bendecido. Gracias a Dios logré vencer mis miedos y emprender la aventura”.

Parte de su corazón también se quedó en Ecuador, con sus hermanos Sebastián y Lorena y sus amigos más cercanos, con quienes mantiene una estrecha relación.

¡Emprender el vuelo!

Al aterrizar en Lisboa un 15 de diciembre miró por la ventana y sintió que llegaba a casa. Sin embargo, no sabía cómo calmar el miedo. No había vuelta atrás. “Pero hay una frase que me encanta: ‘Siente el miedo, pero hazlo de todas maneras’. Es algo de lo que escribo en un libro en el que me doy consejos a mí misma”.

Así empezó el día a día en su nuevo hogar. Madre e hijo se instalaron en un Airbnb temporal, una hermosa casa de campo donde fueron recibidos cálidamente por los lugareños. La primera visita al supermercado fue mortal. Pensó: “Dios mío, ¿en qué me he metido? No conozco esta marca, ¡no sé qué comprar! Nadie entendía porque no hablaba portugués” (que no tiene nada que ver con el de Brasil). Pero paralelo a ello, estaban el sol, el cielo azul, el mar a su lado y pensaba: “Este cambio lo hice porque quiero salir de mi zona de confort y me siento feliz”.

Nuevos desafíos

País, lengua, casa, gente, colegio para Tiag, todo era nuevo. La burocracia, con mayúsculas, resultó también un tremendo desafío, más en pandemia. Para la escritora, no obstante, fue la época más linda y de gran aprendizaje porque ella y su hijo debieron permanecer prácticamente encerrados seis meses en una casa en Beloura, frente a las montañas de Sintra que le recordaban a Quito. La bendición más grande fue contar con Tiag, quien hace tres años le dijo: “Estoy listo para vivir la aventura contigo”. Durante esos meses de confinamiento el joven ayudó en todo, incluso se convirtió en técnico de cables y de carro. “Fue una experiencia fuerte que no cambio por nada. Esta es mi mejor creación, el haber venido es una obra en vivo, cada cosa requiere concentración y tiempo. ¡Es un trabajo completo!”. Además tuvo que equipar una casa en su totalidad ¡vía online!, pues la pandemia complicó aún más la mudanza.

Viviana Cordero feliz en compañía de sus hijos
Feliz junto a sus adorables hijos.Fotos: Cortesía Nadia Acevedo

El ahora

Cumplidos dos años desde que empezó la travesía, Viviana y su hijo Tiag lograron asentarse en este país ibérico que tiene una gran historia por contar. Viven en Carcavelos, una playa cerca de Lisboa. El portugués ya no es un problema y avanza cada día. Sus hijas no están lejos: Nadia se trasladó a vivir en Lisboa y con Morgana (que acaba de ganar un premio por componer una banda sonora) el encontrarse es fácil porque está radicada en Madrid.

En una dinámica de vida activa, ahora la artista participa de las actividades del colegio de Tiag (es presidenta de los padres de familia y representante de curso), un espacio en el que ha encontrado buenas amistades, de todas partes del mundo.

En el medio, las letras siguen acompañándola, con dos obras en ciernes que la mantienen conectada a sus raíces y a la gente que ha sumado en un camino prolífero en las artes. “Al escribir vuelvo a vivir lo que viví con la gente que conocí, en esa etapa loca y maravillosa en Ecuador. Es cuestión de forzar mi mente e irme y llegar allá. Así estoy de nuevo con mi gente, a través de mis libros”.

La experiencia de los últimos meses ha valido la pena. “¡Siento que he rejuvenecido 20 años! Ahora salgo y estoy en el mundo. Eso no tiene precio. Estoy muy agradecida con la vida que me permitió esto y a mi hijo que creyó en mis locuras. Muy centrada no sé si soy (ríe), pero sí una persona que cree en vivir experiencias”.

*Para más detalles, Viviana tiene un blog en el que escribe sus pensamientos y novedades de la travesía.