No puedo decir que “no”
Cuesta tanto porque la mayoría de nosotros hemos aprendido que agradar a otros es una característica buena y deseable.
Aunque parezca sencillo, decir que no requiere de ciertos esfuerzos.
Una de las principales razones por las que cuesta tanto, es debido a que la mayoría de nosotros hemos aprendido que agradar a otros es una característica buena y deseable.
Debido a ello muchas personas crecen con la idea de que lo principal es no defraudar o rechazar a nadie, aunque eso vaya en detrimento de su propio bienestar.
La aprobación de otros se vuelve muy importante para que el sujeto se valore a sí mismo. Dice que sí y complace a todos porque necesita sentirse seguro. Una seguridad que nunca termina de consolidarse, porque depende de cuestiones ajenas, imposibles de controlar.
Y, si aun haciendo de todo para agradar, alguien lo rechaza, o no logra su objetivo de complacer, la frustración se vuelve tan grande que incluso puede implicar un derrumbe emocional.
Lo cierto es que como en toda elección, el poner límites diciendo no, implica la posibilidad de perder algo, y muchas veces eso es muy difícil de tolerar. Poder decir que no está también asociado al reconocimiento de las propias limitaciones.
No poder poner límite, o no haber recibido un límite impuesto de buen modo, puede hacer creer a la persona que puede lograr cualquier cosa. Así, muchas veces decir que sí a todo es un modo infantil de creer que no hay límites que puedan contrariarlo.
Dice que sí y complace a todos porque necesita sentirse seguro. Una seguridad que nunca termina de consolidarse, porque depende de cuestiones ajenas, imposibles de controlar.
El no es una acción que marca las diferencias existentes entre una persona y otra. Es una barrera saludable, es límite y contención y lo que permite la construcción de un camino propio. Por eso es tan importante poder reconocer cuando tenemos dificultad para marcarlo, y trabajar en las cuestiones inconscientes que lo condicionan.
Si te preocupa empezar a decir no y que ello suene agresivo puedes intentar unir el “no” a una explicación breve y sencilla. Para este momento es muy importante también la práctica de la empatía, comprendiendo el punto de vista de la persona, aunque sin ceder en tu postura y si puedes, bríndale alguna idea para que la emplee como alternativa.
Finalmente, si sientes mucha presión o no sabes cómo contestar, siempre puedes aplazar tu respuesta para pensar la situación con calma en lugar de comprometerte solo por complacer a otros.