
El voto arrastra a la UE a una ruta de incertidumbre
Colateral. Europa busca una salida rápida de los británicos y teme una ola euroescéptica
Votaron por el limbo. Los británicos depositaron en las urnas el destino de su nación, de un continente y de un proyecto integracionista de medio siglo a sabiendas de que podría tratarse de su última certeza en el futuro próximo. Con la victoria del ‘irse’, que fracciona por primera vez a la Unión Europea, la incertidumbre se propaga por los 27 Estados restantes, que discuten el después; por los mercados y centros financieros, que amanecieron inquietos y a la baja; y por el complejo e inédito proceso de negociación, amén de la sombra de nuevos intentos de separación.
Los resultados (51,9 % para los separatistas y 48,9 % para los europeístas) arrastran a la segunda potencia de la Unión Europea a buscar su propio futuro. Pero la magnitud de los acontecimientos, tras conocerse el resultado, solo adelanta la complejidad del camino que los británicos están por recorrer. Y no solo puertas afuera.
Para ayer por la mañana, el primer ministro británico y convocante del referéndum, David Cameron, había anunciado su dimisión. La ministra principal escocesa reconoció como “altamente probable” un segundo plebiscito para intentar separarse de Reino Unido. Los laboristas iniciaron los trámites para censurar a su líder, Jeremy Corbyn, cuyo rol como principal opositor ha sido criticado por no contribuir a la victoria de los pro-Europa, lo que lo convierte en la primera víctima colateral. La libra esterlina calló a su nivel más bajo desde 1985, un duro golpe económico considerado apenas como aperitivo. Y, por si fuera poco, los líderes europeos piden que la salida británica de la UE se ejecute “lo más rápido posible”.
Europa, por su parte, recibe un revés seco y directo. El ‘brexit’ la condena a una etapa de convulsiones económicas, financieras, políticas e incluso legales, cuando el club está todavía lejos de reponerse de la Gran Recesión. La UE descubre, de pronto, que ya no es irreversible.
El ‘brexit’ abre una nueva era: es, de largo, el mayor revés del proyecto desde su fundación hace seis décadas. “Reino Unido ha elegido el camino de la inestabilidad. Los demás socios europeos no deberían seguir esa senda”, acertó a decir el jefe del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem. Las principales instituciones (Comisión, Consejo Europeo y Eurocámara) emitieron un comunicado conjunto en el que abren la puerta de salida a Londres y subrayan la unidad del resto de socios.
La voz mandante la llevan Alemania y Francia. De ambas naciones llegó la misma sensación de incertidumbre: “El resultado del referéndum será un parteaguas para el proyecto europeo”, mencionó la canciller Angela Merkel. “Se trata de un shock explosivo: es hora de reinventar otra Europa”, apuntó el primer ministro francés, Manuel Valls.
Jean-Claude Juncker, jefe de la Comisión Europea, pidió a Berlín y París “celeridad” para dejar claro cuanto antes cómo va a funcionar desde ahora la Unión de los Veintisiete.
El equilibrio no será fácil: ni Berlín ni París quieren concesiones para Reino Unido que estimulen el euroescepticismo a escasos meses de sus elecciones. François Hollande y Angela Merkel se reunirán entonces el próximo lunes con el italiano Matteo Renzi y el presidente del Consejo, Donald Tusk, para fijar una posición común de cara a la cumbre de la semana próxima.
Desde ayer, Europa y Reino Unido están llamados a reinventarse. Los primeros han adelantado su deseo de fortalecer la golpeada imagen del integracionismo y han confesado la necesidad de cambio (“La Unión Europea tiene futuro, pero no así”, ha dicho ayer el expresidente francés Nicolas Sarkozy). Los segundos han de tener que enfrentar los demonios internos a la vista en un país con dos polos, donde un victorioso Boris Johnson, figura mayor con un ojo en el ‘brexit’ y otro en el número 10 de Downing Street, no consigue calma con sus mensajes de conciliación, sino custodia policial tras verse rodeado por una turba agresiva que lo abucheaba.
En un día como este únicamente cabe la resignación. “Hay que asumirlo”, dijo Cameron antes de recomendar que sea “otro capitán” el que conduzca la negociación en el futuro, ese en el que solo cabe el limbo.