Con vista al mar

Lo de Lula demuestra que -como la justicia sí es ciega en otras partes- los pícaros también caen, así hayan estado en la cima del poder. “El País” informa que la constructora Norberto Odebrecht, con quien se vincula a Lula por lavado de dinero y por recibir sobornos (como un departamento de 3 pisos con vista al mar a nombre de la firma OAS), también tenía su propio departamento. Pero no con vista al mar, sino uno dedicado al pago de sobornos, con contabilidad paralela y sistema electrónico propio. Lo bueno es que de ser ciertas las inocentes travesuras de la constructora (lo cual no afirmo), se limitarían al Brasil. No se ha establecido que actuaran así en otros países como Ecuador, donde actualmente –con otras empresas- financia la campaña The Royal Tour, a un costo de 2 millones de dólares. Volviendo al Brasil, es un escándalo que Dilma haya pretendido “inmunizar” a Lula mientras la Fiscalía pide su prisión preventiva. Parece que ahora solo “Silva”...rá en prisión. Luce entonces inminente la destitución de Rousseff, también vinculada al escándalo. Pero no se trata de un hecho aislado. Otros mandatarios de la región de la misma línea política son noticia debido a lo que parecería una epidemia como el zika: Bachelet estaría a punto de renunciar por las travesuras de su familia. Y parece que la Adana de Evo hizo la fiesta por ser primera dama no oficial. El Clarín publica que la fortuna de Cristina aumentó en un 800 %. ¡Uf, qué asco! Aquí no pasan estas cosas. No hay una sola prueba de que el cáncer de la corrupción haya llegado a altas esferas oficiales como en el resto del continente. Claro, hay otros que no tienen vista al mar como Lula. Eduardo Véliz, quien vivía frente a él, me contó que está preso por el “delito flagrante” de haber participado en una marcha a las 9 a. m. el 12 de junio/2015. Detención: 11 p. m. “Flagrancia” es en el acto, señores. ¿Cuál flagrancia? Hay que estudiar un poquito más, jueces. Encima, Véliz ha sido enjuiciado para despojarlo de su propiedad. A diferencia de Brasil, aquí la justicia no es ciega sino muda. Y no porque no habla, sino por mensa.

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