Vicepresidencia: su importancia real

De pronto las funciones inherentes a la Vicepresidencia de la República dejaron de ser una posibilidad retórica para convertirse en la posibilidad real del desempeño emergente de la Presidencia de la República, dada la dificultad manifiesta del titular para despachar los complejos asuntos inherentes al cumplimiento del mandato popular y el secreto a voces de su próxima dimisión o forzada renuncia, o cualquier forma en que legalmente pueda ser sustituido en el ejercicio del cargo. Y por otra parte la sorpresiva renuncia a sus funciones presentada a la Asamblea por la vicepresidenta María Alejandra Vicuña, cortando de tajo la maraña laberíntica de razones que los asambleístas de movimientos políticos interesados tejían en su contra para obligar su dimisión o forzar, precisamente, su renuncia. Ahora, con el campo libre, puesto que se descarta que la Asamblea no dé paso a la renuncia y pueda en su lugar concederle la licencia sin sueldo que la funcionaria iba a pedir o había ya pedido, el presidente Lenín Moreno confeccionó la terna para que la Asamblea designe al nuevo alto funcionario, lo que fue materia de corrillos y cenáculos políticos y económicos interesados, con pronósticos difíciles de anticipar.

Aunque se barajaron opciones tan notables como la de la ministra del Interior, María Paula Romo, para encabezar la terna, esto habría significado también un traslado de funciones de la más importante Secretaría de Estado del gabinete presidencial a la Vicepresidencia de la República, lo que sin duda hubiese dejado un vacío difícil de llenar en cuanto al Ministerio del Interior, al que hace apenas pocos días se le había adscrito la Secretaría de Gestión de la Política, de acuerdo al plan para la optimización de los Recursos del Estado anunciado por el presidente Moreno, lo que en el caso implica el manejo de asuntos de materia compleja y delicada donde no cabría delegar funciones. El plan anunciado por Moreno respecto de los nuevos miembros del gabinete presidencial abarca 7 instituciones y nuevos ministros de Estado. Pero bien sabemos que la calentura no está en las sábanas. Con todo, ojalá que estos posibles cambios operen y capeen por lo menos el desastre de la actual administración del Estado que en el plano económico se viene anunciando como inexorable.