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NADIEL NOBOA Y VERONICA ABAD
Daniel Noboa y Verónica Abad durante la campaña electoral de las elecciones anticipadas.ARCHIVO

La Vice a Israel: un arranque delirante de Daniel Noboa

Daniel Noboa siembre una inmensa interrogante sobre su inteligencia emocional

El desenlace de las tensiones entre el presidente Daniel Noboa y su vicepresidenta Verónica Abad, que estallaron el jueves durante los actos de posesión, terminó en un acto delirante.

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Noboa decidió asignarle como única función a Abad la de ser “colaboradora para la paz y precautelar el escalamiento de la conflictividad entre Israel y Palestina”. Es decir, decidió sacarla del escenario político nacional para enviarla fuera del país con un añadido cruel: no solo que Israel está bastante lejos del país, sino que dadas las circunstancias debe ser el lugar del mundo que tiene la mayor posibilidad de que le caiga un misil o que se vea envuelto en una escalada bélica de proporciones impredecibles.

Ni siquiera una misión diplomática en Kiev, capital de Ucrania, debe tener un nivel de riesgo tan alto como que hay por ahora en Israel. Es tan insólita la decisión del presidente, que cabe preguntarse si es que alguien no le dijo que también existe Sudán, donde las condiciones bélicas podrían ser incluso más peligrosas que las de Tel Aviv.

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Noboa siembra con esta disposición que, además, es uno de sus primeros actos políticos una inmensa interrogante sobre su inteligencia emocional o su madurez política. Se sabía que sus relaciones con Abad eran malas desde la primera vuelta y que se complicaron aún más durante la segunda.

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Abad, indudablemente, hacía declaraciones que afectaban los intereses de su campaña, pero la forma en que Noboa manejó el asunto no es, ni de lejos, mínimamente inteligente. Es inconcebible que ni él ni sus asesores no hayan armado un operativo de contención de daños para evitar que este tema se les haya crecido tanto: lo del almuerzo de Abad el jueves en el mercado de Iñaquito hizo demasiado bulla y lo de Israel es ya delirante.

Debe haber sido tan poco meditado y tan en caliente la toma de la decisión que la redacción del comunicado es, asimismo, demencial. Dice que la función de Abad será la de “precautelar el escalamiento de la conflictividad entre Israel y Palestina”. Es decir, si se lee bien, está diciendo que Abad debe hacer lo que sea necesario para que el conflicto no deje de escalar. Sí, precautelar el escalamiento de la conflictividad, dice.

veronica abad
Tras la posesión, Abad fue a un mercado, mientras Noboa participaba de un acto protocolario.VERÓNICA ABAD
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Esta movida de Noboa no solo abre interrogantes sobre su inteligencia emocional y su capacidad de tomar decisiones en función de los intereses del Estado y no de sus pugnas personales. Para comenzar, está el tema sobre si Abad está obligada o no a aceptar la misión que le encarga Noboa.

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La vicepresidenta perfectamente puede decir que no acepta la decisión porque atenta contra su derecho constitucional de no ejecutar trabajos forzosos o que atenten contra su integridad y dignidad. En ese sentido, una acción de protección podría ampararla, como dice el constitucionalista José Chalco. Si esto llega a ocurrir, el escándalo y el desgaste político no harán sino socavar la imagen del Gobierno.

Esto no para ahí: el constitucionalista André Benavides se preguntaba en su cuenta de Twitter que ¿si Abad no acepta el cargo se podría considerar aquello como abandona del cargo y la Asamblea podría nombrar una nueva vicepresidenta? Es evidente y muy claro que el correísmo, aliado de Noboa en la Asamblea, no tolera a la figura de Abad: en la ceremonia de investidura de Noboa, la vicepresidenta de ese organismo y correísta enceguecida Viviana Veloz ni siquiera le extendió la mano como saludo.

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Lo hecho por Noboa puede tener más lecturas. El Gobierno de Israel podría no ver con buenos ojos que el nuevo Gobierno ecuatoriano haya decidido utilizar el conflicto en el que está inmerso ese país como un mecanismo para ventilar pugnas personales o políticas. ¿Consultó Noboa con la diplomacia de Israel qué podría hacer Abad a favor de la paz o si ese país necesita la figura de una “colaboradora para la paz”? Es muy improbable.

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En realidad, Verónica Abad acaba de ser exiliada por el presidente de la República. Se trata de un exilio disfrazado en la facultad constitucional que tienen los presidentes a encomendar una función determinada a su vicepresidenta. Un comienzo de gobierno que no puede ser peor y que se parece más a un chiste cruel que a un acto de Estado.

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