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Viajes de negocios: Obsoletos

Hoy día uno puede contactar a su contraparte por teléfono, por correo electrónico e incluso verla por Facetime, Skype o GoToMeeting. Entonces, ¿por qué las empresas gastan US$1.200 billones al año -el 1,5 % del PIB mundial- en viajes de trabajo internacionales? Este gasto enorme está aumentando al 6,5 % al año, el doble del crecimiento económico mundial y casi tan rápido como el de los servicios de información y telecomunicaciones. La capacidad de cómputo se ha trasladado desde nuestras computadoras portátiles y teléfonos celulares hacia la nube. Por lo tanto, ¿por qué tenemos que movilizar mentes en lugar de dejarlas en su lugar y simplemente enviarles bytes? ¿Por qué desperdiciar el preciado tiempo de trabajo volando? Antes de que alguien se ponga a reducir drásticamente el presupuesto para viajes, tratemos de comprender por qué es más ventajoso trasladar personas que información. Este misterio está empezando a ser dilucidado gracias a una donación de datos anonimizados al Center for International Development de la Universidad de Harvard, en el contexto de una investigación sobre el crecimiento inclusivo. Los estudios en curso con Dany Bahar, Michele Coscia y Frank Neffke, han establecido algunos hechos interesantes. Los países más populosos realizan mayor número de viajes de trabajo en ambas direcciones, pero su volumen es menos que proporcional a su población. Esto sugiere que en la administración de empresas hay economías de escala que favorecen a los países más grandes. En contraste, los viajes de negocios tienden a aumentar más que proporcionalmente con respecto al nivel de desarrollo. A pesar de que los empresarios viajan con el propósito de invertir o de realizar transacciones comerciales, más de la mitad de los viajes de trabajo parecen estar relacionados con la gerencia de filiales en el extranjero y la economía mundial se caracteriza cada vez más por empresas globales, que necesitan desplazar su ‘know-how’ a diferentes lugares de la Tierra. El número de viajes desde sedes a filiales es casi el doble que en la dirección contraria. Los exportadores también viajan casi dos veces más que los importadores. Entonces, ¿por qué trasladar las mentes y no solo los bytes? Se me ocurren dos razones. Primero: la mente posee la capacidad de absorber información, identificar patrones y resolver problemas sin que nos demos cuenta de cómo lo hace (podemos inferir las metas y las intenciones de otras personas a partir de su expresión facial, lenguaje corporal, entonación, y otros indicadores sutiles que recopilamos de manera inconsciente). En persona evaluamos mejor, desarrollamos más empatía y establecemos relaciones más íntimas de lo que permiten las tecnologías de telecomunicaciones existentes. Segundo: la mente está diseñada para trabajar en paralelo con otras mentes. La complejidad de la interacción consciente e inconsciente entre seres humanos, difícilmente puede replicarse a través de una teleconferencia. El número de viajes, por lo tanto, debe estar relacionado con la cantidad de ‘know-how’ que es preciso trasladar.

Project Syndicate