
Valdes, el golero mas solitario
Víctor Valdés no recuerda exactamente la razón, pero en medio de la nada le vino un pensamiento a la cabeza: “¿Y si me diera contra el palo y perdiera el conocimiento? ¿Y si me trago la lengua?”, le preguntó a Alan Fettis, el entrenador de porteros que el Manchester United puso a su disposición cuando Louis Van Gaal le apartó del primer equipo. “Tengo el teléfono en el bolsillo. Llamaría y vendrían a ayudarte”, respondió el técnico. Y Víctor miró a Alan, miró a la inmensidad de las 85 hectáreas de campo que le rodeaban y, resignado, consciente de que su único mañana era entrenarse sin esperanza de jugar partido alguno, admitió: “Alan, me siento muy solo”. Para un tipo que en su día aseguró que le gustaba la soledad, debía sentirse verdaderamente muy solo. Todo empezó al final de la pasada temporada, después de que encajara un gol jugando uno de los tres partidos que disputó con el equipo suplente del United. A los pocos días, Franzs Hoek, uno de los ayudantes de Van Gaal, le puso el vídeo en el que se veía el gol encajado. El portero reconoció que, tal vez, jugar con niños de 16 años, en efecto, le restaba motivación. Pero su trabajo en los entrenamientos con el primer equipo era impecable, y el holandés premió ese esfuerzo haciéndole debutar en la Premier, contra el Hull. Terminó la temporada y al volver de vacaciones, Valdés se incorporó al trabajo. Unas molestias en el gemelo lo obligaron a parar. Llegó el momento de hacer las maletas y el jefe le llamó al despacho. “Mejor que te quedes a entrenar en Manchester y que te cuides esas molestias”. El tiempo pasó y el fútbol lo llevó a otros rumbos. “Víctor, ¿pero qué hace aquí un campeón del mundo?”, le pregunta Maniatis, jugador griego del Standard de Lieja, su nuevo club. La pregunta no solo se la hace él; es común en el mundo del fútbol. Y Valdés, en el restaurante del PentaHotel de Lieja, mientras espera a que el camarero le traiga un trozo de salmón a la plancha, le responde en inglés. “Mira colega: era esto o en junio me iba a casa y el fútbol había terminado para mí. Era la única y la última oportunidad de mi vida deportiva. Así que aquí estoy ¡Eh!, que me entrenaba solo cada día. ¿Sabes lo que es eso? Aquí soy feliz solo con estar en el vestuario. Para mí es el mejor equipo del mundo”.