Las dos poblaciones con más hornos de barro, en donde se hornean los panes para la época de difuntos con fuego de leña, son Cadeate, ubicada al norte de Santa Elena, y José Luis Tamayo, también conocida como Muey y que pertenece al cantón Salinas.

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En Cadeate, como la mayoría de sus pobladores se dedican a la elaboración de panes, los artesanos han cambiado los tradicionales hornos de barro por los modernos que funcionan a gas, pero aún quedan cinco hornos de los antiguos. Uno de estos es el de Máximo Figueroa.

“Mi horno ya tiene más de 40 años. Yo no lo reemplazo por nada, mis clientes dicen que el pan que yo vendo sabe mejor y estimo que el secreto está en mi horno de barro”, asevera el panificador.

El activista cultural Sócrates Merejildo, nativo de Muey, en una de sus investigaciones referentes a las tradiciones en la Península estableció que José Luis Tamayo es la comunidad donde más hornos de barro existen.

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“En total son 55 hornos de barro en Muey, que solo se los prende en la época de los panes para difuntos o para hornear las piernas de chancho, pavo y pollo en Navidad y Fin de Año. En cambio, en Cadeate se los prende a diario”, indica Merejildo, quien coincide con Figueroa en que los productos cocidos en este tipo de horno son más deliciosos.

Los pobladores sostienen que el pan tiene mejor sabor al prepararlo con leña, y el momento propicio para disfrutarlo son las festividades habituales. “Es el momento adecuado para preparar este tipo de delicias y compartirlas con propios y extraños”, expresó una clienta del sector

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