Salud para todos, 40 anos despues

El mes pasado se cumplieron 40 años desde que miles de delegados de 134 países se reunieron en Kazajstán -entonces parte de la antigua Unión Soviética- para firmar la Declaración de Alma-Ata, acuerdo histórico que comprometió al mundo a ampliar el acceso a la salud. Sus principios siguen teniendo un profundo efecto en el campo de la salud pública. El llamamiento continuo de la declaración se fundamenta en su doble carácter: es parte un evangelio de la ciencia aplicada, y parte un manifiesto político. Entre sus mensajes clave están el creciente liderazgo comunitario en la planificación de la salud; la reducción del elitismo en la medicina moderna; y el abordaje de la desigualdad social para obtener mejores resultados en el ámbito de la salud. Su contribución central fue su articulado Salud para todos, un precursor de la cobertura universal de salud (UHC). Una de las mayores diferencias entre 1978 y hoy en día es la amplitud de las vulnerabilidades de salud. El cambio climático y las dietas cambiantes han creado nuevas categorías de riesgo, y las desigualdades en riqueza y exclusión política han producido focos de vulnerabilidad más profundos, como la migración. Su politización tiene graves consecuencias para la salud pública y los mercados de la salud también han cambiado drásticamente. Hoy predominan en muchos países de Asia, América Latina y África sectores privados de atención de la salud deficientemente regulados. La expansión de los mercados de atención de la salud amplía las opciones del paciente, pero aumenta su deuda personal. Además, intereses comerciales en las industrias de alimentos, alcohol y tabaco socavan la salud de las personas y complican los esfuerzos por frenar el aumento de enfermedades no transmisibles, como las cardíacas y la diabetes. La investigación muestra que los servicios mejoran cuando las personas participan en la planificación de la salud, mas la gobernanza participativa no es común en muchos países en desarrollo, donde los sistemas de salud centrados en la comunidad continúan siendo casos raros. El legado perdurable de la Declaración de Alma-Ata es el consenso de que la salud solo se puede mejorar con una combinación de buena ciencia, economía sólida y acción contra las injusticias sociales. La comunidad internacional debe marcar el aniversario de la declaración volviendo a comprometerse con sus valores. Para mejorar la salud, los líderes además de construir clínicas y capacitar a médicos deben proteger el medioambiente, garantizar acceso al agua potable y saneamiento, promover igualdad de género, crear empleos y fortalecer la infraestructura. Estos objetivos están incorporados en los ODS de la ONU, sin embargo es necesario que exista un compromiso más serio con el enfoque holístico que promueve la Declaración de Alma-Ata. Involucrar a los formuladores de políticas gubernamentales, la sociedad civil, los medios de comunicación y los donantes en el mensaje de Salud para todos será crucial para fortalecer los sistemas de salud. El verdadero cambio ocurre cerca de la gente común y no solo en centros de poder mundial. Puede venir a través de una mayor cantidad de instituciones públicas representativas, lo que reviste más relevancia o mayor acción social.