Diversión. Los 28 integrantes de la banda de música de la Policía Metropolitana ofrecieron una retreta.

Las retretas dan ritmo a las fiestas julianas

Un ambiente festivo y romántico se mezcla en cada una de las retretas que ofrecen diferentes bandas musicales de entidades públicas de la ciudad.

El sonido de los timbales, tambores y trompetas anunciaron ayer el desarrollo de las tradicionales retretas julianas en parques y plazas del Puerto Principal, organizadas por la Municipalidad de Guayaquil en homenaje a los 481 años del proceso fundacional de la ciudad que se cumple cada 25 de julio.

Todos los años, durante las fiestas julianas y octubrinas, las bandas de música de la Policía Metropolitana, Policía Nacional, Armada Nacional (Banda Blanca) y Ejército llegan con su música alegre a distraer a los ciudadanos que detienen sus actividades para deleitarse con la variedad de ritmos.

La Plaza de la Merced, Rocafuerte, Centenario, San Agustín, el malecón o el parque Seminario son los sitios en los que más se producen estas retretas donde los músicos muestran su habilidad entonando diversas melodías.

A las 11:30 de ayer, al parque Seminario comenzaron a llegar los integrantes de la banda de la Policía Metropolitana. Lo hicieron con sus respectivos instrumentos musicales, pero sobre todo, con las ganas de alegrar el ambiente.

Después de colocarse en la Glorieta del parque, el responsable de la banda, Francisco Izurieta, dio la orden de empezar a tocar las ocho canciones escogidas en un repertorio para rendir homenaje a la ciudad.

La rutina del parque cambió. Ya no solo se observó a los turistas nacionales y extranjeros haciendo fotografías de las iguanas, ardillas y peces que hay en el lugar, sino que también a un grupo de personas paradas al pie de la glorieta para escuchar las melodías y ofrecer sus ¡“viva”! y aplausos.

Los esposos Martha Rodríguez, de 60 años, y José Veloz, de 63, se tomaron de las manos cuando la banda comenzó a tocar el bolero ‘Sabor a mí’.

El repertorio de los músicos involucró otros ritmos como el mambo que por un momento puso a bailar a los visitantes, solos o en parejas.

Después de 20 minutos de interpretación, llegó la canción que todos estaban esperando: ‘Guayaquileño, madera de guerrero’, que puso a bailar y cantar a los asistentes, mientras un grupo de turistas filmaba lo acontecido y se sumaba a la algarabía de los guayaquileños.